jueves, agosto 23, 2012

Post-datado

Hoy, al ver tus fotos, tengo el consuelo y la certeza
de que eres un sueño hecho realidad.
Tengo la evidencia de que otros te habrán visto,
pero posaste para mí y fui yo quien te tocó.

No necesito referencias de segunda mano
ni el testimonio mudo de otros dedos.
Te ví! Te respiré… Estuve allí!

Hoy, al ver tu cara, me siento contigo
(como ayer).
Te miro, te recuerdo… y me disfruto
(viví mi día, con el regalo y la postdata).

Certeza, porque sé que habrá una marcha.
Consuelo, porque –mirándote a solas- sabré
que estás conmigo (y no soy sólo yo).

¡Tus fotos hablan conmigo!
Es un diálogo mudo, pero cálido.
Te miro en baja “calidad”, pero
con alta definición: ¿Cómo negarme? ¿Cómo negarte?

Imágenes mudas que no ensordecen
Sabor de labiales que, siendo ido,
tengo ese gusto, y nada puedo negar o refutar.

¡Te miro! Cuando tú me veías.
Me felicito, cuando tú me abrazabas.
Y ya no es el ego, ni el deseo, quienes me dicen.
Son tus ojos –esa mirada- quien me bendice.

¡Testigos de primera mano!
Imágenes de primera y buena fuente.
¿Cómo lo registro? ¿Cómo te documento?
Estás allí,
y yo aquí.

Cuando tú me veías, yo te admiraba.
Cuando tomaba la foto, vivías tu vida,
dando algo a la mía (todavía te tengo).

¡Testigos oculares!
Amigos mudos,
que tanto pueden decirnos sin hablar.

El tiempo y el espacio se detienen
en una imagen, tantos momentos.
¿Y qué es el hombre, admirando recuerdos?
Sólo otra foto, negando al olvido ido.
Tengo la certeza de que, al mirarte,
Yo estaba allí (no otro, nadie más).

Tengo las pruebas, refutables quizá,
de que por unos minutos fui tuyo,
como tú fuiste mía: ¿Y nunca jamás?

Te admiraba
Me mirabas
¿Estuvimos solos?
¿Fue sólo mi sueño?

Sea lo que sea, negado ese nombre,
tu regalo postdatado es bien recibido.
Esté donde esté, vayas a donde vayas
-lo que me diste- es mío (tanto como tuyo).

¿Qué decir de tus lágrimas?
Ese sabor peculiar, la sensación de tu piel.
Tu llanto, lo dulce y salado que soltaste…

Nunca bebí una lágrima (que recuerde)
Pero quise ser todo y tuyo.
Tu mejilla, acidulada por ese llanto,
Al momento conmovió el mío:
¿Era dicha?
¿Otra tristeza?

Mas, fuere lo que fuere, tus fluidos están en mí.
Mis labios fueron tuyos,
mis besos fueron caricias.
Y tus lágrimas se hicieron mías,
ocultando mi lamento reprimido.

Contigo nado, en tus entrañas.
Conmigo vas, casi en mis vísceras:
Un beso roba el alma,
O te devuelve todo en la vida.

A.T.
Agosto 16, 2012  (Parque del Este. 5 pm)

No hay comentarios.: