lunes, abril 28, 2014

La moral (o “Eso no es moral”)


Hace mucho he oído esto. Puede que mis conceptos no sean mejores que los suyos y, también en esto, cada persona tiene derecho (y moral) para defender su posición y opinión PERSONAL.

No cabe duda que hay una moral social, una moral colectiva pero -sin el individuo- sin la pluralidad distintiva de quienes somos, la moral “social” no tiene valor ni sentido alguno, puesto que ésta (la social) es un gran convenio cultural, tácito o no, de la opinión generalizada, la posición étnica o social y el uso de LAS COSTUMBRE de cada individuo en particular, ligada a su actividad social, a su IDENTIDAD protagónica (no antagónica), en cualquier medio que cada individuo se desenvuelva.

En un sentido, la moral es un hábito hecho “plural” por la aceptación de un colectivo. Los hábitos o conductas son individuales pero, la vía de la transculturización, podemos reconocer valores nuevos, ajenos a nuestra generación, a la herencia de nuestra cultura o extrañas a los valores de nuestras familias (las que nos formaron y educaron).

Una sociedad que fomente el tráfico de drogas, el irrespeto, el robo, la mentira, etc., no permanecerá como tal y, de hecho, tal permisividad AMORAL deteriorará la vida de cada ciudadano, al punto de que cada individuo llegará a auto extinguirse ¿Ejemplo? La presente cultura política de Venezuela.

Joselo Díaz, en uno de sus programas “cómicos” tenía un personaje que decía: “¡Dios mío! Yo no te pido que me des real, sino que me pongas donde hay...”. ¿Lo recuerdan? Es obvio que, quien quiera diga eso hoy -moralmente- tiene muy poco que exigir o ejemplificar con la doble moral que públicamente exhibe.


¿Qué es la MORAL?


Brevemente, me tomo prestada esta corta definición de wikipedia:


La moral o moralidad (del latín mos, moris, ‘costumbre’) son las reglas o normas por las que se rige el comportamiento o la conducta de un ser humano en relación a la sociedad (normas sociales), a sí mismo, y a todo lo que lo rodea. Otra perspectiva la define como el conocimiento de lo que el ser humano debe hacer o evitar para conservar estabilidad social.” ( http://es.wikipedia.org/wiki/Moral )


Podemos hablar mucho de moral y practicarla poco (hipocresía).

Podemos buscar -y abarcar- toda la gama del espectro social, el entorno espiritual o su ámbito teológico, sin formar un habito verdaderamente nuestro, aquel que nos defina INDIVIDUALMENTE en la sociedad que decimos pertenecer, esta que nos da abrigo, y en la que se fomentamos relaciones de pertenencia, conveniencia y convivencia.

La moral nos define, nos determina individualmente, nos identifica como unos y otros, por nuestros valores y hábitos. Nos caracteriza, nos aprueba o desaprueba en el contexto psico-social, porque la ambigüedad (la doble moral) es propia de quienes mienten y, precisamente, los mentirosos van desde sus casas a la iglesia, de las escuelas a la calle y, en ese encuentro “social”, el cielo es el límite.

¿Cuáles son mis costumbres morales?


Como individuo, se espera que yo respete e imite la conducta deseada de ciertos patrones o normas de aceptación social. Se desea que aprecie y respete esos convencionalismos. Puede que, en la escuela o en el trabajo yo sea aprobado académicamente pero, así como en otros lugares y en otros aspectos, yo puedo ser un ser reprobado moralmente, porque este convencionalismo de la moral forma hábitos que se asocian el carácter de cada individuo de una sociedad determinada que valora o estimula ideales considerados “espirituales”.

No matar, no robar, no mentir, no codiciar... en el fondo -más que mandamientos- son valores morales “espiritualizados” y, la paz universal de cada hombre se basa en el respeto de los deberes y derechos de cada individuo, hombre o mujer.

Hace ya años que una querida amiga escribió su artículo “La prostitución como alternativa”. Creo que no cesaré de proclamar sus ideas ni ese escrito pues, desde la ventana de su campo y vivencia psicológica, ella dejó ver la ambigüedad de ciertos conceptos morales que torcemos a conveniencia (Favor seguir el link de su escrito).

Moralmente -quiéralo no no- tengo una obligación individual de honrar la moral colectiva así como merezco el respeto de mi moral individual. No puedo ser indiferente (ni negligente) al irrespetar lo que debo a otros y, en esa misma proporción, merezco respeto a lo que yo valoro, como individuo, como persona y, hablo de moral personal, esta que me determina o caracteriza como individuo.

Las leyes “orgánicas” se suponen normalizan la coexistencia de cada individuo de cada país. La moral, en su mínima expresión, refleja parte de ese sistema moral macro-social, macro-ecómico que, cada individuo desea y debe respetar: No matar, no robar, no mentir, no codiciar, etc.

Un fumador no debe fumar en presencia de una persona que odie al olor del cigarrillo, no debe fumar frente a un niño y, mucho menos, al lado de otra persona que esté afectada por una enfermedad pulmonar: Eso sería un deber ser moral.

Un ladrón, por su parte, considera “crimen profesional” cualquier acto que le prive de lo que “compró” o robó a otro.

Un proxeneta no tiene moral para criticar lo que hace su hijo o su hija por dinero (o por placer). No puedo hablar mal de la pornografía si la produzco o la consumo... Un traficante de sexo no tiene más moral que quien la compra y, en medio del texto (en negrilla) dejo un hipervínculo que -también- toca este tema que seduce a tantos y ¿En qué una prostituta es menos que un chulo?

Una prostituta, en su código individual, penaliza y critica a cualquier mujer (u hombre) que la prive de la compañía de cualquier persona que la llene del placer que no haya en otro hombre (o mujer). Aunque moralmente no es ético que ella resienta alguna forma de infidelidad (emocional o sexual) su razón le dice: “No me han hecho un bien” y es allí donde la moral toca su ideal mayor (el bien colectivo, respetando -particularmente- el bien individual).

La infidelidad, como costumbre (moris) tiene un reconocimiento público, moral, “espiritual” y legal pero, en la práctica, usamos un discurso doble: “Yo deseo que me seas fiel” (pero yo sí tengo derecho a dormir con quien quiera, tú no). ¿Es eso moral o hipocresía?

Me parece, no sé a Uds, que uno no tiene autoridad moral para intentan cambiar a otros cuando uno mismo no ha podido cambiarse ni auto mejorarse. Esto me recuerda la exacta moral que propuso el señor jesucristo cuando expuso aquello de “Médico cúrate a ti mismo” o cuando dijo: “Saca la viga de tu ojo, para que puedas ayudar a otros a curarse” ( Mateo 7:3; Lucas 6:42 )

Si yo mismo no he dejado de mentir ¿Qué moral tengo para enseñar el arte de la verdad?
Si yo mismo no soy infiel ¿Cómo enseñar la lealtad?
Si no sé responder a un compromiso ¿Cómo daré una cátedra si no soy responsable?

Estoy convencido, no sólo por la experiencia de vida en Venezuela que, las personas que más te exigen cosas son las mismas que menos están dispuestas a darlas de sí.

Puede que pidan materialmente, pero resultan -tacañas y tacaños- a la hora que deben dar lo que otros piden (o sólo anhelan se les respete).

El mejor ejemplo de autoridad moral lo encuentro en Jesucristo. Su máxima, en esto de relaciones humanas y todo aquello que tenga que ver con uno mismo, lo resume en esta fórmula: Y así como quieran que los hombres les hagan a ustedes, hagan con ellos de la misma manera. ” (Lucas 6:31)

¿Quieres te respeten? Muestra respeto or otros.

¿Deseas te aprecien o escuche? Paga con la misma moneda... Sólo se cosecha lo que se siembre, menos de allí, no tenemos moral para pedir.

Alguien que defienda su identidad personal, su autoestima, debe saber respetar -también- la auto imagen que cada persona cuida (o descuida). No es moral que yo haga lo contrario a lo que deseo para mí.

A.T. Abril 2014