sábado, septiembre 30, 2006

Cuentos (dispersos) del tío Drodrodró (2006) Draft

“Tenía 7 hijos y 3 hijas; era dueño de 7 mil ovejas, 3 mil camellos, 500 yuntas de bueyes y 500 asnas, y su servidumbre era muy numerosa. Entre todos los habitantes del ORIENTE era el personaje de mayor renombre.” Job 1: 2-3.

Aquella vez Abel subía la voz, descontento. Su esposa, María, lo escuchaba –sin asombro- pues, eran días de tensión y uno de ambos, debía liberarla alternativamente, para no sufrir la crisis que desbordaría algún daño.-¡No sé qué hacer con el niño!-Yo tampoco, pero hay que corregirlo –replicó María, en tanto elaboraba la comida.-¡Es que ni la correa le afecta! –observó Abel.-¡Uy! –hizo muecas María- le afecta más de lo que vemos en sus lágrimas –poniendo más aceite en la sartén- solo que ya nos conoce y ha aprendido a manipularnos.-¿Qué hago? ¡No quiero pegarle!-¡Muy buena idea! –observó la mujer- estoy de acuerdo con eso.-¿Con qué? –inquirió su marido, quien volviera de su viaje interior, sin entender- ¿Qué es lo que me dices?-¡Vaya, chico! Estás tan ensimismado -¡acelerado!- que ya ni te escuchas a ti mismo. ¡Ja, ja, ja!Abel la tomó en sus brazos, la atrajo sobre sí y la besó. -¡Déjame cariño! –haciéndose la remilgona- estoy cocinando para mis dos esposos.-¡Ajá! –exhibió una brillante sonrisa, que asomaría otra idea por sus labios- ¡Te suelto si me besas!... y me explicas eso con lo que estás de acuerdo.-¡Muack, muack! –retirándose de él, hacia el fregador- pero no te besaré más, sino cuando vayamos a dormir.-¿Por qué no ahora? –interrumpiendo- ya tengo algo de “sueño”. –Insistió burlón, sobándose las manos.-¡Ah, ah, niño malo! –moviendo juguetonamente la cabeza y su índice- primero la comida y ¡además!, apoyo tu idea de no pegarle... ¡Es una buena decisión NO SIEMPRE usar el castigo físico! Te apoyo.-¡Lástima! –contestó irónicamente Abel- pensé que te gustaría la idea de irnos a “dormir”. Tengo algunos “sueños” que contar.-¡Ja, ja! Niño travieso –se acercó hasta su marido, lo besó en los labios, haciéndolo sentar en la silla- ¡Te quedas sentadito como un chiquillo bueno! Mira que el niño puede estar de regreso y no sería nada conveniente que interrumpiéramos ese “sueño”, si él llegase de improviso.-¡De acuerdo! –observó Abel, siendo acallado con otro beso de gracia-.-Admiro lo de disciplina sin castigo violento... ¡Mejor dicho! ¡Sin pegarle! –comentó María- Creo que eres bien inteligente como para encontrar otras alternativas.-¡Me estás dejando esa responsabilidad SÓLO a mí?-¡No precioso! Sólo que tú eres el hombre y me gusta que uses la cabeza –con un cierto giro en el tono de voz, que insinuaba algo más-.-¡Te entendí! –observó inteligentemente- Creo que hablas de lo que enseña la 1ra. carta de Timoteo 2:12 ó de 1ra. de Corintios 11:3... ¡Ja , ja, je!-¡Sí! –repuso María- ¡pero no! –haciendo un desplante irónico, pero juguetón- Sea lo que sea: ¡Te amo!.-Pensaré algo, cariño... ¿Me ayudarás? –como intentando dejar el lugar en la silla, cercana a la mesa.María, desde un extremo de la cocina, dio un par de pasos agigantados –dejando lo que hacía- y se inclinó sobre el cuello de Abel, asiéndose de una de sus orejas.-¡Eso espero, cariño! –exhalando, suspirante, un cálido y tierno aliento, en aquel lóbulo derecho- Deseo que pienses cómo solucionar la indisciplina del fruto de nuestro amor...En fracción de segundos, se levantó y se alejó hacia la nevera, aunque aclarando, menos sugerente:-¡No pienses en otra cosa! –burlona- pues, cada cosa tiene su momento, y: “Los tiempos de Dios son perfectos!-¡Hola a todos!-¡Muchacho! ¿Cómo entraste? –Le recibió Abel, en lugar del saludo.-¡Por la ventana, papá!. Ví que la dejaron abierta y no quise interrumpir –respondió Antal .-¡Muack, muack! ¡Bien pensado, hijo! ¡Muy bien pensado! –lanzando una mirada de “Mira lo que hubiera pasado...” sobre el desconcierto de Abel, quien luchaba por asirse de la mesa, mordiéndose los labios...- ¡Sin embargo, Bebé! –añadió María- la próxima vez usa el timbre... Creo que nos “interrumpirías” menos, que haciéndonos llevarte de emergencia al hospital.- ¡Sí, chico! –confirmó Abel, con regañadiza voz nasal- ¡Recuerda que podrías caer de casi 3 metros de altura!.-¡Lo sé, papá! -replicó el niño, en tanto comenzaba a desvestirse en la cocina- Es que insisto en practicar lo que me enseñaste en aquella clase de rapel: "Piensa que estás sólo a un metro del piso... ¡Así no tendrás miedo, hijo!"... ¿Lo recuerdas, papá?-¡Ja, ja, ja! –asomó María- ¡¡Qué buen maestro eres, mi vida!!-¡Seguro? –respondió Abel, en irónica voz baja, llevándose las manos a la cabeza-.-¿Qué hay de comer, mami? –inquirió Antal- ¡Estoy hambriento!-¿Cuándo no lo estás, mijo? –preguntó sarcásticamente Abel.-¡Cuando duermo, papi! ¡Cuando duermo!-¡Antal! –gritó María- Ve de inmediato a ducharte. No queremos tu “fragancia” en esta mesa, si es que ¡de veras! deseas la cena. -¡Mami! –remilgando- Es que yo...¡Antal! –intervino Abel, cortando aquel cruce de miradas madre e hijo- nosotros también “bla, bla, bla”... ¡Vete al baño! Y saca tu mugre hasta el lavadero.El chico dio media vuelta y, mientras salía, asomaba un puchero, que lo hacía lucir más al padre, que algún gesto del abuelo.-¡Te das cuenta? –observó la mujer.-¡Humjú! (Glups) ¡Menos mal!-¿Qué piensas hacer? –inquirió insistentemente con su mirada en Abel.-¿Qué pienso? (Glups) ¡Lo enviaré con mi tío!No habría terminado de organizar sus ideas cuando Antal estaba de vuelta en la cocina.-¡Papá! No hay agua en el baño: H2O.-¡¡Cómo que no hay?? –espetó María, molesta.-¡No hay mami! Dejé abierta la llave y salió sólo un chorrito... ¡Quiero comer ya! –buscando un sitio para sentarse.-¡Fuera muchacho! –lo importunó Abel, regresando la silla a su lugar- ¡Fue el plomero!-¿El plumero? –preguntó el chico.-¡EL PLOMERO! –respondió Abel- Debes tener algo de sucio en las orejas: ¡Déjame ver! El chico, indispuesto, se alejó del padre un par de pasos, pensando lo que iba a decir.-¡No tengo sucio! -refirió Antal- Así como tú tampoco tienes sueño. –saliendo a la carrera, rumbo al cuarto de servicios- ¡Ja, ja, ja! -¿El plomero? –preguntó María.-Vino esta mañana y trabajó en la piscina –explicó Abel- No dejó abierta luego, la llave de acceso. ¡Él ya sabe dónde está!Hubo un cruce de miradas entre ambos y María comentó, adivinando la mirada interrogante de Abel.-¿Crees que pudo haber estado escuchando? -haciendo una pausa, como buscando algo bajo la mesa o en algún otro lugar.-¡Está aquí, amor! -observó Abel- ¡Dios bendiga a cada uno de mis hijos!.-¿Qué hizo? -inquirió emocionada.-Usó uno de mis micrófonos... !Seguro que entró en mi cuarto de experimentos!.En efecto, el chico había usado uno de los trucos que el papá le enseñaba ¡y usando sus propias herramientas, a escondidas!. No cabe duda, aún incomodado, Abel gozaba tener a su hijo en casa.-¡Lo enviaré con mi tío! Aunque en cierta medida esto me duela.-¿Qué tío, amor? –preguntó María, quien servía algunos platos en la mesa.-Mi tío Jacob.-¡Ja, ja, ja! –contrayendo su desternillada burla- ¡Cariño!... Hace años no lo vivitas ni lo llamas.-¡Y qué? –respondió a secas, pensativo.- sigue siendo mi tío.Habrían pasado pocos minutos, cuando Antal volvía buscando un sitio por su plato.-¡Este es el mío! Se ve más grande y sabroso.-¡No, comilón! –comentó María, haciéndole cosquillas en la axila y pellizcándole la húmeda panza- El tuyo es el pequeñito, lleno de vegetales.-¡MAmi! –remilgando, pero saltando hasta la otras silla; dejando ver la protuberancia del labio inferior.-¡Dumbo! –espetó Abel- ¿Querías comer pasta, en lugar de pasto? ¡Je, je, je!-¡Ah, sí! ¡Je, je, je! –respondió Antal, irónicamente- ¿Te crees muy flaquito, verdad? ¡Revisa los huecos de tu correa!.-¡Niño! –gritó María- ¡No seas así con papi!... No son kilos de grasa, sino concentración de músculos…-¡Ah! ¿Dos contra uno? –se defendió Abel, esgrimiendo su tenedor como espada- ¡Voy a traer un cocodrilo, para que les haga la liposucción a los dos!La cena, como siempre, estuvo deliciosa. Al terminarla, retiraron los platos de la mesa y los echaron al fregador, sin lavarlos. Antal salió hasta la sala y se tendió en el enorme espacio que separaba la chimenea de los sillones reclinables, donde sus padres se sentaban a charlar. Las pinturas del abuelo colgaban silenciosamente cómplices en varias paredes, como esperando la charla del trío, antes de irse a sus dormitorios.-¡Papá! ¡Cuéntame un cuento!-¡Hoy no, hijo! Estoy algo cansado… ¡Además! No me contaste cómo te fue en tu paseo.-¡No, papi! No pasó nada nuevo… ¡Me hubiera quedado contigo!-¡Vaya, muchachito! –replicó Abel-. Tienes que pasar tiempo con gente de tu edad, para yo pasar algo de tiempo con Mami…-¡Sí! ¡Ja, ja! –asomó el chico, interrumpiendo- ¡Tiempo con mami? Está bien, pues.- ¡Este muchacho, cariño! –asomó María- es el fruto del trabajo de lo que siembras.-¡Estoy orgulloso de mi Frankenstein! –comentó Abel- Sin embargo, he de corregir a mi pequeño hummingbird –dirigiendo la mirada al pequeño.-¡Cómo, papá?-Te enviaré a casa del tío Jacob.-¡Jacobo? –remilgó Antal- si ni lo había oído nombrar.-¡Lo sé! –expuso Abel- será una buena oportunidad para conocerlo, algún tiempo.-¡Cuánto? –inquirió el joven, mostrando su enfado.-El tiempo que sea necesario –enfatizó el padre.-¡De acuerdo! –dijo María- No está mal que disfruten sus vacaciones.-¡Gracias por tu apoyo, cariño! –refirió Abel, mirando nuevamente al chico; mientras María lo acariciaba, en tanto éste daba un sorbo a la taza de Té, que su mujer le había traído-. Cuando niño -prosiguió Abel- mi papá tuvo problemas conmigo… Tuvo que dejarme (por razones de trabajo) y me dejó al cuidado de mis abuelos y de mis tíos… En esa época me llamaban “Nené malo” (Puedes darte una idea de cómo yo era ¡Por eso te entiendo!). Mis abuelos –con aprobación de papá- me enviaron con el tío Jacob, para disciplinarme...-¿Y por qué me tienen que castigar a mí, así? ¡No! –espetó Antal, asomando la trompita de su descontento, como interrumpiendo el discurso del padre- ¡Yo no me voy, pues!-¡No es un castigo, Antal! Es un privilegio conocer a tu tío.-¡Silencio! –requirió discretamente Abel, asiéndose del teléfono- ¡Esta decidido, Antal!Transcurrieron unos minutos, en tanto el chico exhibía su trompetilla de elefante. María, ya en una de las butacas, observaba al chico, sin censurarlo. Abel, por su parte, hacía señas con el índice, a fin de encontrar el silencio que requería en su caso.-¡Bendición, tío!A palo seco, hubo unos segundos de silencio que llenaron al colmo de su respeto ceremonial ¡el viejo acaparó su atención!. Los ojos de Abel parecieron inundarse de emociones, recuerdos y lágrimas…Ipso facto, de este lado del mundo, fluyeron palabras en árabe y hebreas… Las árabes para las malas palabras…-¡Lo siento tío! Sé que no tengo excusas (ni excusa), pero necesito un favor de tu parte.-¡De qué se trata? –respondió el anciano, casi interrumpiendo, en perfecto hebreo.-Necesito que “eduques” a uno de mis hijos, un par de semanas.-¡Yo decido el tiempo, mal hijo! –replicó el tío- ¿Cómo se te ocurre, luego de tantos años que te busco, venirme con esos “rodeos”? ¡Bien sabes que mi casa y todos mis bienes son tuyos!Abel, turbado más profundamente, sacó su pañuelo para sonarse la nariz. María le ayudó a sostener el teléfono.-¡No me quebrante más, tío! –propuso Abel.-¡Bien, bien! –comentó el viejo, retornando al sosiego de lo dulce de sus palabras- ¿Quieres que lo haga traer o ya tienes tus propios planes? –bajando la entereza de su voz, para que no sonara como otro reproche.-No lo tengo planeado, tío –aclaró Abel- Sin embargo, me gustarías que recibieras también a Josh…-¡Ja, ja, ja! ¡Será más grato tenerlos conmigo! –refirió alegré- ¡Ese es el muchacho que se parece más a ti!-¡Ja, ja! –emocionado Abel- Eso pensé ahora, cuando se me ocurrió la idea –haciendo una pausa- ¡Sólo falta que a él le guste la idea y venga por acá a visitarme!-¡Ja, ja, je! –respondió el viejo al otro extremo del teléfono- Ya estás viviendo tu propia experiencia de sentirte abandonado de tus seres queridos.-Hace como un par de años no le veo, ni tengo noticias directas de su boca. ¡Sólo rumores!-¿Cuáles? –inquirió Jacob, inquietado e interesado.-¿En esencia? Problemas de su divorcio…-¡Lamentable! –menos inquieto- pero era de esperarse: ¡Se sobrepondrá a todo eso! ¡Hazlo venir conmigo! Acá se encontrará con otras cosas… ¡Muy bonitas, por cierto!-¡JA, ja! Tan pronto venga y lo convenza –si acepta MI sugerencia- ¡Te informaré! Supongo que no tarde más de una semana. Ya he movido teclas… No debería tardar una semana. En cuanto a Antal ¡es un hecho! No pasarán dos semanas.-¿Qué Antal? –inquirió el viejo, extrañado y sorprendido.-¡Ese es el nombre de mi último hijo! El que te deseo enviar para que lo re-eduques.-¡Muchacho del #@çohñ! ¿Cómo no me lo habías dicho en tantos años? –conmovido de nueva alegría, aunque mostrando su enfado sin molestia- Debí haber contratado a esos detectives amigos tuyos. ¡Caray! pero quise respetar tus decisiones…-¡Discúlpame tío! –espetó Abel, sereno en sus decisiones- ¡Bien sabes cómo soy! –sin terminar su frase.-¡Y te quiero como si fueras uno de mis propios hijos!: ¡Mi primogénito! –quebrantándosele la voz, dificultándosele el respirar.-¡Lo sé, viejito! ¡Lo sé! –comentó el sobrino, entrecortado de voz.-¿Y cuándo vas a venir, pues? Ya son muchos años esperándote, y quiero arreglar un par de cosas contigo. ¡Tú sabes! ¡Estoy demasiado viejo!Abel guardó un compás de silencio, dirigiendo la mirada a María.(más adelante, diag. Abel + josh)Tu pasado es tuyo... ¡Por qué "confesarlo" a tu nueva pareja?Si lo que deseas saber es su "pasado" sexual, si estuvo "muy" promiscuo, si consume drogas o contrajo sida..., ¿Te lo confesará? (¡Buena suerte!)Ese compartir ESPONTÁNEO de tu parte no -necesariamente- será compartido NI CORRESPONDIDO...¿Deseas CONFESARTE? Hazlo CONTIGO MISMA...PUES, EL PROCESO DE SELECCIÓN de una pareja toma años (lo verás en el camino, cuando la dejes a la saga). En cuanto a lo que llamas DERECHO. ¡Eso no es derecho de tu otra pareja! Sino un regalo que OTORGAS -PARTICULARMENTE- si no esperas que el otro haga lo mismo: Podría mentirte ¡en todo! (pasado, presente y futuro) ¿Y es que esperas otra garantía haciendo ESA CONFESIÓN? ¡No las hay!


Cap. X (?)

(Pend. intro. parte Carlos-Leah)

-¡Bien, Carlos! -asomó Belkis- ¿Cuándo cumples años?
-Todos los días -respondió Carlos impasible.
-Creo que NO me escuchas -replicó, como creyéndose poco atentendida- Me refería a ¡cuándo lo celebras!
-Todos los días -insistió Carlos, otra vez-.
-¡Disculpa, Belkis! -replicó Antonio, apaciguando el carácter de la mujer- debes escucharlo "por encima" de lo que dice con sus palabras.
-¡No entiendo! -casi golpeando, con su indisposición a entender o a escuchar-.
-¡Haz preguntas!, pero no esperes respuestas convencionales, ni las que la gente suele o quiere dar. -aclaró Antonio y, con la misma, se excusó con grupo, a fin de retirarse con otros compromisos.
-¿Qué quieres decir con eso, Carlos?
-Yo vivo cada día como si estuviera de cumpleaños.
-¡Ah, entendí! -indicó la Sra, Rafaela- Yo pensé que cada día vivías como si te estuvieras muriendo.
-¡Algunos viven así! -replicó él, limpiándose la oreja- Sin embargo, vivo como si con cada día volviera a nacer, y ¡lo disfruto como puedo y quiero!.
-¡Muchachos! -intervino Franklin- Recordemos que esto es una entrevista. Si nos ponemos a compartir, no vamos a terminar el objetivo de hoy... Pienso -no sé qué Uds.- lo mejor es concentrarnos en el trabajo y, posteriormente, en un "colectivo", nos reunimos con el profesor y los otros participantes, y compartimos nuestros puntos de vista.
-¿Aprobamos la idea, de la forma acostumbrada? -comento alguna.

Estas personas de la "Misión", casi unánimes, levantaron sus manos en votación. Carlos, por su parte, hubo de tragarse el cigarrillo, al ver las "complicaciones" con las que la gente se involucra para hacer cosas tan simples...

-¡Buenos, Sr. Carlos! -continuó Franklin- ¿Dónde nació?-En el vientre de mi madre.-¡Okey! -continuó Frank- y ¿dónde estaba su mamá en ese entonces?
-Con mi padre, acostada en una cama, el día de su cumpleaños.
-¿Tiene idea de cuál era ese día?-Un 12 de septiembre -rascándose la frente y, con la otra mano, intentando hallar otro cigarrillo-.
-¿Tiene idea de todo lo que pasó desde entonces? -prorrumpió la Sra. Rafaela, quien ya intuía las reglas del juego.
-Un poco luego -prosiguió Carlos, ya menos aprensivo, desde la partida de Antonio- salimos a China.
-¡A China! -asomó alguno su gritada sorpresa-.
-¡Shush! -dijo Franklin- haciendo señas para el despabilado Carlos, a fin de seguir con el relato.
-¡Si me fastidian, me voy! -replicó-.
-¡Tranquilo! -comentó Rafaela- ¡Cualquiera se sorprende! -explicativa-.
-De China -donde nací- tuvimos que salir hacia Taiwan; ya que hubo problemas con China continental y las relaciones de la Embajada Inglesa y mi padre. De allí que, por los contactos que hizo mi viejo durante tantos años afuera, y mi madre, me tenían en dos aguas: Una corriente China y la otra Inglesa.
-Pero, ¿en qué fechas fue eso? -intervino Magaly, con su grata forma magistral de hablar y observar cosas.
-En esa ambigüedad de aguas se me pasaron unos 10 años... En ese tiempo, crecí con las 2 lenguas (aunque hay muchos dialéctos) y mi papá quizo probar suerte en otros lugares; razón por la cual volvimos a América. Al llegar, mi papá siguió instrucciones de la sede de la IBM y siguió con ella hasta los días que pudo... Yo, por mi lado, aprendía en la escuela y, para "redondearme", daba clases de Inglés a latinos y enseñaba Chino, cuando podía...
-Entonces, ¿terminó el bachillerato?
-¡Sí! -comentó Carlos, revisando el cigarrillo desgastado que sorbía con deleite.
-¡Cuéntenos de su madre! -agregó Rafaela-.
-Mi madre era artista.
-¿De qué? -añadió-.
-Bailarina.
-¿Lo hacía en China?
-No podría asegurarlo -haciendo una mueca, como parecida a una ironía- pero, lo imagino posible.
-¡Siga el relato! -replicó Frank- no hay mucha cinta y me parece mejor darle libertad de narrarse a sí mismo.
-¿No van a votar, otra vez, por tu comentario? -preguntó Carlos, aparentando ingenuidad, con la sórdida pregunta.
-¡Sigamos! -replicaron un par de ellos-.

NO preciso qué era lo que pasaba en el grupo. Supongo que habría un cansancio, un desgaste; pero Carlos siguió su historia.

-El nombre artístico de mi madre era "Siboney", pero al revés. Ya más grande, la ví trabajar en sus danzas (¡y en sus andanzas también!) y no me gustó su "arte"... ¡Es un medio muy falso e hipócrita!. Supongo -desde mi perspectiva de adulto- hubo suficientes razones para que mis padres se dejaran...
-¿Se divorciaron? -añadió Magaly-.
-Se separaron... Antes de hacerlo, mi papá se separó primero de la IBM para iniciar su propio negocio en Maracay. Nos vinimos juntos, pero terminamos separados.
-¿Con quién te quedaste, Carlos?
-De haber podido elegir, me hubiera quedado con los dos, bajo el mismo techo; sin embargo, mi mamá siguió con su mundo artístico y mi papá perdió su bazar en Maracay y fracasó hasta volver a pararse: ¡Pero tarde en su vida!
-¿Podrías, Carlos, ajustarnos el "foco", para entender las imágenes del todo?
-¡Sí! Trataré de hacerlo, pero más tarde.

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