domingo, noviembre 20, 2011

Creo entender

Hay un proceso de formación del carácter que comienza desde antes de la gestación de nuestras vidas. No es sólo ese que se dice embrionario, humano, sino aquel que forma parte del espiritual original, el larvario que nos da Dios, antes de evolucionar al siguiente nivel que hoy conocemos.
Con palabras no puedo describir que unos somos lentos, otros somos inquietos, otros fugaces. No puedo pintar ese nivel, casi microbiano, pues a penas hay una docena de imágenes que nos hacen ver el proceso de la fertilización ovular, ese peo de unos y otras queriendo llegar primero al núcleo del óvulo, y sólo uno, dos o tres espermatozoides logran “el camino” a la vida (es sólo la ira etapa de la evolución).
Luego que somos espermas, no sé si hembras y varones (sólo sé x referencias), viene ese otro peo de las meiosis: Es como vernos crecer como renacuajos y volvernos una rana o un sapo. ¡Ja! ¡Ja! (algunos no soltamos ese estado).
Luego, durante los estados, las etapas del humano crecimiento, los seres queridos y no queridos nos forman y deforman. Ese interactuar, más de una ve, influye –definitivamente- en lo quiénes somos y en quiénes deseamos ser. Sabemos que la escuela, todo su entorno social (y el de nuestra natural escogencia) determinará cómo y quiénes seremos.
No sólo basta comentar el entorno cultural, familiar, la época social y política de lo que influye nuestro ser, nuestro comportamiento, sino nuestros gustos, nuestra condescendencia, nuestra aceptación al cambio o la negación de ellos. Si por razones meramente sexuales (o amorosas) nos involucramos con alguien que nos pida usar tal o cual perfume (LOVE POSION NUMBER NINE) (¡Ja! ¡Ja!) Quizá nos estemos negando a convivir con nuestro olor natural, con nuestra ESENCIA PROPIA y, aunque no modifiquemos –con ello- mucho de nuestro carácter, esa condescendencia o negación es una alteración al patrón biológico natural ¿Cuántas veces vendrá alguien a nuestras vidas pidiéndonos cambiemos el perfume, incluso NUESTRA ESENCIA?
Hay gente que se aparece con el frasco, el nuevo perfume y, en el fondo ¿cuán dispuestas están ellas de cambiar SU ESENCIA por nosotros? A decir verdad, no es nada malo MINIMIZAR los olores naturales, lavarlos, bañarlos, es algo bueno; sin embargo –y lo sé- a nadie le gusta tener que soportar el olor ajeno, particularmente cuando alguien se caga dentro de un vagón del Metro o arrastra “su esencia” en una congestionada escalera mecánica ¡que para colmo se tranca y apaga!
(Una cosa es ser cochino, otra oler mal -por diversas circunstancias- y otra es el olor natural y EL IRRESPETO social por la vida de terceros). (Confieso que la he cagado, más de una docena de veces, pero me estoy reformando).

Nadie ha escogido dónde vivir, sino por alguna circunstancia de conveniencia que haya surgido en su edad adulta. Al nacer somos totalmente inocentes de quiénes serán nuestros padres, parientes, “maestros” y desconocemos el entorno social al que entraremos (bueno no haber nacido en lugares peores, pero…) y, sin embargo, aprendemos a discriminar, a separar y atraer a quiénes deseamos como amigos y amigas (especialmente amigas) (no hay nada mejor que el opuesto que me complementa).  

Creo entender que hay cosas que NO se deben pedir. Otras que se deben aceptar (menos una metralla de PEDOS) y que nuestro ajuste social, con quiénes decidimos convivir o tomar como parejas, debe ajustarse como para que el uno complazca a la otra y que la otra complazca a quien le pide: Es un dar y tomar, un bonito pedir y dar, que trasciende a mi vida.

No hay comentarios.: