viernes, junio 08, 2012

Éxodo




Hay muchas maneras de escaparse, muchas formas de evadirse...
Los viernes, quizá no muchos, acuden al santuario de su soledad. Otros se esconden en las botellas, alguna fiesta o la reunión fuera del lugar de trabajo.

Decenas irán, por ahí, tropezando sus fantasmas, diciéndose cosas que nada bueno dicen. Habrá amaneceres, tardes... ¿Noches? Pero, pocas veces un nuevo día.

Algunos se hundirán más en su droga, otros se distanciarán más de sus mujeres, de sus hijos, sin hallar la puerta de la salida. Otros abordarán el puente de un barco, surcarán el mar con sus ojos, y no sabrán qué puerto les recibe. Pasarán horas, y días, en el vaivén de sus olas, y no sabrán cuál debe ser el puerto final, en el camino de sus derroteros.

Puedo ver el paisaje de nieve... Las explosiones en las mentes de muchos impiden la estrategia correcta para evitar el mortal bombardeo. La madre, cualquiera de muchas, cruzará la frontera con un niño en sus brazos y otros, en su vientre.

Llega a un país ajeno. Nunca quiso pasarse al otro lado pero, el hambre, la miseria... la persecución política, la han llevado al trecho de otra frontera, a reglas nuevas e incomodidades desconocidas.

Te veo a tí, me veo a mí (y su llanto no es como el nuestro).

El padre murió en la batalla... Y, quizá, su hombre murió clavado en el lecho extraño, con una mujer de otro (o con uno igual). ¿Quién conoce el sendero de los tropiezos? Estamos vacíos, estamos sedientos y vivir -así- no calma esa sed.

El niño llora. No hay comida para la una ni para otra ¿Quién vendrá en su socorro? ¿Qué pedirá a cambio?... ¿Altruismo o interés visceral?

Aquel pueblo, oprimido en la esclavitud de quienes se consideraban sus señores, pagaron un precio de enfermedades y señales de muerte. ¿Sólo el dolor nos cambia o moldea?

Antes de aquella salida, como por paga en cientos de agravios, Israel recibió joyas, alhajas y oro... ¿Tienen idea de lo que pesa el lastre de ciertas molestias? ¿Lo incómodo que es andar con el peso del polvo de lo indeseable? (pero Israel rindió culto a sus paganas orgías, a los dioses que veneran en lo oculto).

En Sodoma y Gomorra -la mujer de Lot- volvió su mirada a lo que dejaba atrás, no queriendo perder el secreto que ella sola añoraba... ¿Qué puede ser tan querido, que uno no se desprenda de lo que debe huir y debe dejar atrás, siempre más lejos?

Esa mujer, quizá no como pocas, corría hacia adelante, pero ¡mirando hacia atrás! ¿Qué no soltaba que la huida la petrificó?

Antes del Éxodo israelita, Moisés huyó al desierto. Tuvo un cobarde e irresponsable temor, y éste le llevó a escapar a otra frontera, una vez se supo que mató a un egipcio... Mataremos valientemente y ¿luego huiremos de las consecuencias? (si se pudiera vivir sin ellas).

Vivimos en un mundo de causas y efectos.

Lo que se hace hoy afecta el mañana (nunca se cambia al pasado).

Lo que se dice afecta a otros: Bien sea para bendecir, o para lo contrario.

Lo que se piensa es consecuencia de lo que se hace (y tenemos que ser responsables) ¡No siempre se puede huir! (y, a veces, tenemos que volver de dónde huimos).

Yo, de mi parte, tengo años escapando (lo logré) y en detrimento de algunas cosas.

Hace poco, no es mucho, escapé del país (y lo intentaré hasta que lo logre, de forma definitiva).

Nadie tiene idea de lo que es marcharse o alejarse.

Nadie sabe qué se siente pasar una frontera y meterse en otra (hasta que su pie lo toca, lo padece o lo vive).



Israel huía contenta. La opresión y la miseria la empujaban (pero hay cientos que prefieren vivir presos, en cualquier forma de cautiverio).

Israel llevaba sus joyas -sus alhajas- animales y pertenencias... Yo, llevaba tan poco: Una mujer, y pocas maletas.

Aquellos tenían “en abundancia”. Yo, todavía, no tengo nada (y, quizá, sea mejor).

Moisés regresó a Egipto, por un llamado Supremo. Yo, de mi parte, volví por poca cosa: No tengo quien me llame.

¿Sabes qué se siente?

Israel salía, pero yo huía (y volveré a hacerlo) (ya es cosa de dinero) (no es esclavitud ni loca necedad).

Los israelitas cargaron sus carretas.

La pascua, de aquella noche, fue terrible.

¿Puedes oír los lamentos? ¿Puedes escuchar al egipcio llorando a sus hijos, sus primogénitos? (y eso NO VINO SIN LA DIVINA ADVERTENCIA) (pero siempre hay “hombres” irresponsables en los gobiernos) ¡Hugo Rafael es uno de ellos! (por cierto).

Moisés les advirtió. Aarón, hermano de Moisés, fue testigo de las señales que Dios enviaba a través de su hermano (y, tampoco, le pararon bola).

Yo, a mi salida, llenaba 4 maletas... (sólo una no vino de regreso).

¿Sabes qué se siente?

No extraño aquella maleta... No añoro a esa mujer, sino la libertad de escogencia que se tiene en otra nación (si tienes real) Si no hay plata ¡te jodistes!

Israel, por su parte, tuvo que comérsela y bebérsela, con sus ídolos (quizá yo -aquí- por un rato).

¿Cuántas cosas no tuve que sacrificar?

¿Cuántas cosas no tuve que vender -regalar- sin mirar el precio real de lo que, para mí, ellas valían? (menos mal, gracias a Dios, no vendí ese rancho ni esa tierra) ¿En dónde estaría, sin un techo?

En el regreso, si has de volver, no veas atrás ni a las cosas que dejaste... (Tampoco pienses que el pasado  - “lo que tenías”-  es mejor que lo que “tendrás”: Ambos extremos NO EXISTEN) (el pasado y el futuro no coexisten en el presente).

En este ejercicio de escribir, puedo verme “llorar” herramientas que perdí para comprar una libertad que no conocía.

Puedo sentir la nostalgia de no tener “la luz” que iluminaba mi cuarto -en mis noches- para leer, escribir... (o iluminar a esa mujer que me dió los mejores 2 años que haya disfrutado, recientemente).

¡Fue perfecto! (y pagué el precio de todo: No me debo y nadie me debe).

Podría, pendejanmente, lloriquear esas herramientas de trabajo, mis libros y docenas de cosas ¡Ya no son! (ya no están). ¿Me intimidaré? ¿Me reduciré?

Si tengo que volverme a ir (cosa que deseo) ya no sufriré la nostalgia, y estoy preparado. Si tengo que hacer “otro intento”, ya no será por ensayo y error (sino por un Supremo llamado). ¿Fallaré dos veces, igual? (no lo creo) ¡Pero puedo fallar! (mas no, si lo intento).

Mis apegos, como equipaje, viajan escondidos conmigo (y no me son una carga) (y, a nadie molestan) ¡Bueno! Hay un bultico que... (¡Ja! ¡Ja!).

¿Quién no lleva su cruz, o intenta ponerla a un lado?

¿Quién puede correr -indefinidamente- a las consecuencias de sus decisiones?


Si Dios me da el poder, la capacidad y la oportunidad económica, llenaré mis carros, montaré mi equipaje y saldré de este país (como puedo salir hoy de mí). Si Dios me bendice, como le pido lo haga contigo, haré lo que debo y lo que quiero hacer (con las personas indicadas) (no esclavizado) (no es sus locuras).

Llegado ese día -como lo será en el tuyo- tomaré las maletas y saldré a otra frontera.

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