Hoy, al ver tus
fotos, tengo el consuelo y la certeza
de que eres un
sueño hecho realidad.
Tengo la
evidencia de que otros te habrán visto,
pero posaste para
mí y fui yo quien te tocó.
No necesito
referencias de segunda mano
ni el testimonio
mudo de otros dedos.
Te ví! Te
respiré… Estuve allí!
Hoy, al ver tu
cara, me siento contigo
(como ayer).
Te miro, te
recuerdo… y me disfruto
(viví mi día, con
el regalo y la postdata).
Certeza, porque
sé que habrá una marcha.
Consuelo, porque
–mirándote a solas- sabré
que estás conmigo
(y no soy sólo yo).
¡Tus fotos hablan
conmigo!
Es un diálogo
mudo, pero cálido.
Te miro en baja
“calidad”, pero
con alta
definición: ¿Cómo negarme? ¿Cómo negarte?
Imágenes mudas
que no ensordecen
Sabor de labiales
que, siendo ido,
tengo ese gusto,
y nada puedo negar o refutar.
¡Te miro! Cuando
tú me veías.
Me felicito,
cuando tú me abrazabas.
Y ya no es el
ego, ni el deseo, quienes me dicen.
Son tus ojos –esa
mirada- quien me bendice.
¡Testigos de
primera mano!
Imágenes de
primera y buena fuente.
¿Cómo lo
registro? ¿Cómo te documento?
Estás allí,
y yo aquí.
Cuando tú me
veías, yo te admiraba.
Cuando tomaba la
foto, vivías tu vida,
dando algo a la
mía (todavía te tengo).
¡Testigos
oculares!
Amigos mudos,
que tanto pueden
decirnos sin hablar.
El tiempo y el
espacio se detienen
en una imagen,
tantos momentos.
¿Y qué es el
hombre, admirando recuerdos?
Sólo otra foto,
negando al olvido ido.
Tengo la certeza
de que, al mirarte,
Yo estaba allí
(no otro, nadie más).
Tengo las
pruebas, refutables quizá,
de que por unos
minutos fui tuyo,
como tú fuiste
mía: ¿Y nunca jamás?
Te admiraba
Me mirabas
¿Estuvimos solos?
¿Fue sólo mi
sueño?
Sea lo que sea,
negado ese nombre,
tu regalo
postdatado es bien recibido.
Esté donde esté,
vayas a donde vayas
-lo que me diste-
es mío (tanto como tuyo).
¿Qué decir de tus
lágrimas?
Ese sabor
peculiar, la sensación de tu piel.
Tu llanto, lo
dulce y salado que soltaste…
Nunca bebí una
lágrima (que recuerde)
Pero quise ser
todo y tuyo.
Tu mejilla,
acidulada por ese llanto,
Al momento
conmovió el mío:
¿Era dicha?
¿Otra tristeza?
Mas, fuere lo que
fuere, tus fluidos están en mí.
Mis labios fueron
tuyos,
mis besos fueron
caricias.
Y tus lágrimas se
hicieron mías,
ocultando mi
lamento reprimido.
Contigo nado, en tus
entrañas.
Conmigo vas, casi
en mis vísceras:
Un beso roba el alma,
O te devuelve todo en la vida.
A.T.
Agosto 16,
2012 (Parque del Este.
5 pm)
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