No tengo medios para comprobar un hecho
histórico. Si tuviese accesos al pasado, a los medios de comprobarlos o
refutarlos, siempre habría alguien que quiera desmentirlo o desmentirme. Nadie
tiene modo de saber que yo nací en tal o cual fecha, a menos que sea
contemporáneo conmigo o mucho más viejo. Si tiene acceso a los archivos
públicos (de nuestros tiempos) podrá leer copias de archivos originales y,
mediante un ejercicio de confianza –a través de los representantes del gobierno
o autoridad- podrá sacar una forma de evidencia o, cuando menos, un comentario
de lo que pudo ser verdad.
Hoy día pasa así, en relación a la
historia y más con aquella que supera al milenio. Uno podría investigar algunas
cosas relativas a “Mata Hari”, pero lo
romántico, lo idealizado, la fantasía, etc. están revueltas con las realidades
¿No es igual con las mentiras de Simón Bolívar o las épicas libertarias de cada
nación? (el aspecto económico o del derecho individual se entremezcla con lo
que hermosea el horror, las luchas de clase y la crueldad).
Sea lo que sea la libertad irrestricta no
existe ni deba existir. Si soy un sujeto solo, accidentado en una isla desierta
del pacífico, puedo hacer lo que me antoje mientras en esa tierra no haya
nadie. Si hay otro ser, incluso un vegetal u otro animal (como yo) no puedo
hacer lo que me venga en gana. En 1er lugar, todo lo que hago afecta al medio
ambiente. En 2do lugar, todo lo que deseo hacer tiene afectaciones sobre mi
vida y los que me rodean, sean seres vivos o inanimados ¿Se contamina el agua o
el aire si abuso de ellos? ¿Se afecta mi vida si la contamino de los residuos
del alma o del ruido con el que atormento a los que nada quieren oír?
Mi libertad tiene que conocer un límite y
ellos los hallo cuando comparto un ambiente con otros seres y más si son
semejantes. Yo no creo que viva bien, si tengo que compartir un oasis con una
persona que adore su música a pleno volumen o guste fumar cuando yo detesto el
humo. Si tengo que vivir en un mundo de buhoneros que han invadido las aceras,
si los motorizados –sin derecho- se han apropiado del derecho de paso peatonal,
si las “autoridades” sólo sirven para extorsionar, para apropiarse de lo ajeno
–de lo mío y de lo tuyo- mi libertad no es libertad y, tu independencia no es
independiente.
Si vivo en un país donde ya no quede
espacio para caminar sin humo, sin autos y todo los que nos cause lástima o
vergüenza, no somos un país libre ni hombres ni mujeres emancipados. Si un
grupo humano tiene más derechos que otro, si el acceso a la riqueza o a los
beneficios del poder sólo están para el disfrute de unos pocos, no conozco tal
libertad y ¿quién podría decirse libre? ¿No han visto los entierros, los shows
de esos malandros motorizados? (y, aunque no todos son malandros, no todos son
esa “mayoría”) ¿Debemos erradicarlos o son ellos quienes deben limitar sus
libertades?
¡Saben? Venezuela no es Caracas, pero –he
aprendido- que la gente menos solidaria es la gente de ciudad. Uno puede luchar
por una causa justa y, si estás en una ciudad “grande” la más indiferente y
menos participativa, es la indolente de las grandes ciudades. ¿De dónde sale un
40 % de la abstención al voto electoral? ¡No es del interior! ¡No es la gente
del campo! (de hecho, madrugan más temprano y votan por gente que nunca volverá
a visitarles).
En Caracas, en el Metro (por ejemplo) me
he decepcionado por la indolencia de muchos (al punto que, si hubiera una
guerra, me uniré al otro bando) (y ya lo hice público). Se habla tanto de
libertad y, a la sazón, hay tantos culos pegados de la comodidad de sus
asientos, de la holgura de su indiferencia, que nadie quiere pelear por ser
libre y retomar lo que diariamente el malandraje está tomando como acción de
pillaje.
Si uno enfrente a un par de malandros, la
mayoría retrocede o enmudece. Si uno reclama al transgresor, muchos se quedan
callados, mudos, cagados… (y no les miento la MADRE, porque ellas y ellas saben
cuando se cagan y cuando no se meten “en peo ajeno”) ¡El problema es de todos!
Hace un par de noches, en una panadería
que me llevó a conocer Carol, una muchacha morena hizo algo muy lindo. Yo
estaba de espalda a los autos cuando –una joven- comenzó a gritar “¡Señor!
¡Señor!”. No era de alarmarme, pero volteé para saber qué era el asunto y era
para sobresaltarse.
-¡Se le quedó la tarjeta!
-¡Ah! Gracias!
Los vecinos de nuestra mesa, entre verdad
y el ridículo, comenzaron a bromearle.
-¡Coño! Si hubiera sido yo, le habría
sacado el jugo.
Alguien más dijo, cosas parecidas, a la
vaguedad de mis palabras, pero –al entender qué pasaba- le dije a Carol: “En lo
que se acerque, la aplaudo” (casi fue un secreto).
La chica, al volver de su acto heroico y
público, recibió la mamadera de gallo de los vecinos y, evitándole la
incomodidad y el maldito remordimiento que siembra el Diablo cuando uno hace LO
QUE SE DEBE, me impulsó a aplaudirla y Carol lo hizo conmigo.
-¡Bravo! ¡Bravo! -le dijimos- y las mesas
contiguas comenzaron a alabarle en reconocimiento.
¿Qué distinto un pueblo así? Donde se
premie el honor, por encima del culto a la deshonra. Qué gente tan elitesca,
noble e idealista, la que estuvo cerca nuestro y, en ese momento –a una voz-
orquestamos un reconocimiento de aplausos para el bien que debe ser hecho, para
la solidaridad que tanto ofuscamos con el error, la omisión y la
corresponsabilidad de la misma debilidad de robar, mentir o el ser indolentes.
Podría decir un par de cosas que he visto
en mi amiga, pero prefiero comentar de otra joven que, al ver que a un hombre
de una muleta se le cayó un paquete de libros, ella se agachó a recogérselos
porque ESTÁ MUY CONSCIENTE de que el desvalido, el limitado o impedido merece
nuestra ayuda desinteresada… ¿Qué habría hecho yo o harías tú?
-¡Te felicito! –le dije- Has hecho un acto
apropiado de caballeros, siendo que tú misma eres una doncella…
Gracias me dijo, se detuvo en el Edf.
Cémica de Chacao y yo seguí hacia el Metro ¿Dónde está la libertad y cuando
debe ser ésta restricta?
En Sodoma y Gomorra todo mundo hacía lo
que le venía en gana, a la hora de la oscuridad ¿qué pasó con la luz de
Venezuela? ¿Todos nos estamos alumbrando con el conocimiento de las velas o el
oscurantismo importado de Cuba?
Hablábamos tanto de valores y, ahora, nos
volvimos unos habladores de paje y dejamos de practicar el bien y “disfrutar”
del mal. ¿Nos cagamos? ¿Nos volvimos cobardees? ¿No lucharemos por recuperar
nuestras libertades?
Puedo entender que un par de enamorados no
halle un lugar para besarse, en medio de la congestión de una avenida concurrida;
pero no entiendo cómo ocultarme de un beso, si soy un adulto divorciado y
sanamente libre.
Puedo
comprender la conveniencia de trabajar en la calle para ganarme –honradamente-
el dinero que llevaré a casa; pero no
puedo aceptar que cualquiera me prive de mis derechos, que las aceras dejen
de servir a un público transeúnte y que los peatones tengan que pelearse para circular
por el asfalto que fue pensado sólo para automotores.
La libertad –la mía y la tuya- no debe ser
irrestricta en condiciones de interacción con la sociedad o en un entorno de grupo
social, pero ¡ninguno! debiera tener la preeminencia sobre el resto. ¿Qué hace
un vulgar político que otro no pueda hacer?.
Entiendo el profundo descontento
intelectual de cierta clase, pero hay que levantar ese culo de la comodidad de
los asientos, sacar de la indiferencia a ese 40 % que no vota ¡y hablan tanta
paja! pero no hace nada, sino criticar. Hugo Rafael desperdició más de 10 años
de nuestras vidas y, aunque la cagada la
puso él, también la ponemos nosotros cuando no movemos los brazos por esta
lucha social, más que en un simple aspecto de la política venezolana. ¿Luchará
Capriles por mis derechos, SI YO MISMO NO LOS DEFIENDO? (Capriles, ni nadie,
soluciona esto) (pero Chávez debe salir:
Él es el cáncer que agrava a Venezuela).
No obstante, antes de quitar el cultismo
personalista de la verruga ¿no nos hemos hecho idólatras x los bolivariano, por
lo que idealismo sin práctica?
Las escuelas no han servido para hacernos
hombres libres, sino para formar obreros, empleados o subempleados. Las
escuelas “enseñan” tanta paja histórica, tanta paja impráctica, que nadie puede
negarme los cientos de papás y mamás que terminan haciendo los trabajos de
investigación que asignan a sus hijos e hijas. ¿Recibirán el crédito del saber
por sus hijos? No niego la conveniencia de un guía para las asignaciones, pero
los CONTENIDOS estudiantiles no sirven para que nuestros hijos sean libres,
sino para que aprendan a estar sometidos al sistema puto en el que llevo 50
años.
¿Se explora y explotan los potenciales
vocacionales? ¿Se estimula al valor de la profesionalización o al lucro con
trampas? ¡No sé! Este peo ya no es mío…
Sin embargo, si no puedo vivir aislado de
la gente (sea en una isla solitaria o en un oasis privilegiado) no debo permitir
que las libertades individuales de terceros me perjudiquen o impidan el goce de
las mías. Si el ejercicio económico de alguien y los derechos de terceros me
minimizan, si mi libertad está coartada, tanto como las de muchos que
indolentemente se someten a la injusticia, estaré dispuesto a la lucha o en el
bando de los que me debo.
Hemos olvidado cómo era Venezuela antes de
la invasión ideológica que padecemos. Los malandros y la cultura del rancho prevalecen
sobre la dignidad, sobre el honor y los méritos. ¡Soy gente de barrio! Pero
–quienes gobiernan- no son gente de pueblo, sino ranchos mentales, injusticias
perpetuadas, resentidos sociales que disfrutan los beneficio de la presente
riqueza (y no los culpo tanto x sus errores y pecados, sino que les critico x
los mismos errores que hicieron y harán los de la high society).
La libertad irrestricta necesita
compromisos y comprometimientos. Yo no puedo disfrutar de mí, ilimitadamente,
si comprometo el bien o derecho ajeno.
Yo no puedo gozar de un beneficio, sin pagar una clase de precio, y esto
se aplica a todo campo de la vida: Amarse tiene compromisos. Casarse tiene un
costo y un precio. Mantenerse requiere una constante inversión de amor, tiempo
y dinero; pero no puedo pensar sólo e el hoy, si no construyo para lo que será
útil mañana (El mañana es hoy).
¡A ver si lo escribo mejor!
Lo que digo, no puede estar muy lejos de
lo que hago. No sólo hablaría paja, mentiras, sino que mi libertad sería
irrestricta e irresponsable (causando otras molestias).
No puedo dejar que mis pies vayan por un
lado, mientras que mis miembros hacen lo que quieran (como quieran). Si esto es
una sociedad, nacimos bajo un compromiso moral de respeto, convivencia,
mutualidad proporcional terrena. En el espacio, yo no puedo manejarme como un
electrón vagabundo, golpeando cada núcleo, cada asociación de átomos, porque me
da la gana de echarle mi carga negativa a otros. ¡No puedo escupir la vida de
nadie en el espacio interior ni exterior!
Allá arriba, la luna sigue una órbita, se
mueve bajo leyes y principios, igual como los respetan otros astros (y
excepciones hay) pero ¡existe el imperio del caos y la anarquía espacial? ¡No
señor ni señora!
En “el
Padre Nuestro” muchos demostramos ser malos hijos. En el entorno de ciudad
o el espacio del campo, nuestros miembros van y vienen como hijos de nadie,
pero –lo que sí es importante y prevalece- son los astros con principios, los
movimientos estelares que obedecen leyes y, visiblemente, no tienen una base ni
fundamento. ¿Quién enseñó al animal el momento de tener sus hijos? ¿Quién fue
el maestro de los animales? ¿Qué mostró el camino del amor a un ave solitaria?
Estos días, en el Parque del Este, volví a
ver el vuelo de loros. Cada uno, uniformados de verde, seguían el capricho de
su vuelo SIN IMPORTUNAR EL CURSO DE OTROS. Macho y hembra, sin ninguna
presunción, respetaban el espacio ajeno, con el mismo celo que defienden el de
ellos ¿La vida en sociedad nos privó de eso? ¿No tengo un espacio para cruzar
de la calle a la acera?
Sin embargo, para dar un simple beso,
tengo que atropellarme con los conflictos del mundo, y se me olvida que soy
otro ser semejante como ellos (y para amarme sólo necesito una mujer dispuesta,
y libre de otros compromisos).
A.T. Ago
18, 2012 10 am
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