Usaré, por analogía, algo que –quizá- no
sirva de ejemplo, pero es lo que se me ocurre apenas me levanto (a
las 7:20 am), luego
de meditar en varias cosas, de soñar con gratos momentos y otra serie de cosas.
La analogía es que a todos nos gusta la
música. A unos el joropo, a otros la salsa, a unos el merengue o la bachata;
pero no son mis gustos. A otros les gustan las canciones de despecho, las lloronas
o vallenatas, pero ninguna suena conmigo y NO DIGO QUE ESO SEA MALO (pero no
está en mi gusto o necesidad) ¡Qué se yo!
No obstante nuestras muchas diferencias
(innegables, por cierto), tenemos necesidades comunes: Comemos, hablamos, tomamos
agua y respiramos el miso aire (aunque no puedo decir “caminamos”, cuando
pienso en otra realidad caraqueña, que no es otra cosa que la infestación de
las aceras por vendedores ambulantes, motos y demás abusadores). Aún así, esa
gente vive y siente como yo. Sus necesidades son muy parecidas a las mías -¿las
nuestras?- aunque no bailemos o gustemos de la misma música.
Pongamos el caso real de que, ciertamente, a
todos nos gustase la misma música, el mismo sabor de helados, el mismo olor de
un perfume, opinaríamos distinto sobre los nombres y las marcas (pero la música
siempre nos gustaría).
Okey! Me gusta el rock, la música, clásica,
alguna que otra balada… ¿La bailo mejor o peor que alguno? ¿Puedo componer o
disfrutarla con la misma intensidad –o mejor- que alguna o alguno? ¡No puedo!
Somos diferentes.
Alguien me comparó a un colérico-melancólico
(no diré de qué me río).
Sin embargo, pese a que –en mi opinión no es
cierto- puede ser que yo esté tocando muy mal mi música o ella no entienda el
compás de mi música (he aquí la razón de la analogía y mi presente discurso).
Admito no ser bueno con la música. Puedo
reconocer el compás de la que oigo. Sé si va a 4 tiempos y de vaina me recuerdo
cuánto vale una redonda en relación a una corchea. Si escucho algún tema de
rock, si me gusta EL RITMO, puedo descubrir el inquieto pie haciendo taps sobre
mi suelo y, si descubro un tema profano, oscuro, grosero o molesto, a esta
altura de 5 décadas ¡me cierro! (procuro no pararle balls) (pero en perfecto español venezolano y sin la música que le
gusta a una mayoría minoritaria).
Aludo al tema de colérico-melancólico, en 1er lugar, porque estoy agradecido:
Me están parando balls (En este
sentido, me están leyendo).
En 2do lugar, yo querría aclarar
muchas cosas, tanto de mí como a mi entorno; pero –algunas veces- la gente
decide quedarse con sus ideas, sus prejuicios, y prefiere conocer las cosas en
LA DISTANCIA (que no es distancia) y una buena oportunidad de crecer se pierde:
Aprovecho este minuto para darle mi agradecimiento a La Incipiente. Ella si tuvo
balls para pasar y aspirar el olor
verdadero de mi vida; aunque le hice saber (clara y
anticipadamente) que
no teníamos mucho en común y, aún así, pasamos un tiempo de buenos momentos
juntos (y no volverán).
En 3er lugar, (a ver si me poncho o me ponchan), lo que uno escribe o habla es el
retrato de un momento; pero si uno frecuentemente hace y habla -todos los días-
la misma cosa, uno es (o aparenta ser) lo que nuestras acciones delatan y nuestras
palabras confirman.
Bien se ha dicho: “Predicar con el ejemplo”.
Eso es cierto, verdadero. La coherencia no está en la ilación de palabras
bonitas o pensamientos rebuscados o versados, está en la coordinación de lo
dicho, con lo hecho. Puedo ser colérico, si quiero o me dejo. He sido
emocionalmente colérico, más de una vez, más de lo que hubiese querido. De
hecho, ayer discutí con uno de mis hermanos, haciéndole entender algo que él no quiere hacer ni asumir, pero eso no
me hace colérico y menos melancólico. (¡Buá! Qué mal y triste me siento!) ¡Ja!
¡Ja!
La verdad, para enseriarme un poco, agradezco a
cualquiera que me haya leído o "entendido" (han sido muy pocas esas personas). Si
he de hacerles un homenaje –a esas personas que me han tenido paciencia-
citaría a mi tía Ma. Maraima, algunos de mis hermanos (sólo
a ratos), a Juan Carlos
Lizardo, Luis Alberto Gómez, Héctor Nieves (uno de los
que pesadamente me sobrellevó en mi temprana adolescencia), el pastor Tom Powell, el Rev Eduardo
Muñóz, etc., y a esas otras y otros que ya el tiempo olvida.
¿Sabes quién sí entiende a cada quién? ¡Sólo
y todo a Dios!
No voy a referir detalles, son cosas que
guardan su relación con el tiempo, con las circunstancias y, en algunos casos,
un espacio en mis manuscritos ¿Servirán de algo? Sabe Dios (yo no).
Sólo sé que cada persona oye y busca la
música que le gusta, la música que quiere; y hay otras personas, por las
razones que tengan y tienen, que han decidido cerrarse, esconderse, aislarse y
NO OIR NADA. ¡Yo no soy así!
Trato de no oír la basura, pero está allí,
afuera (quizá adentro, y no siempre la percibo) (no siempre estoy consciente
para depurarme, para arrojarla, sin contaminar a nadie). ¡Lo siento! Y no tengo
excusas (he ensuciado a otras y otros).
La basura está aquí, o allá; pero no sé ser
otro, no sé engañarme engañando a los demás (allá quien decida “conocer” y
palpar, sin llegar a la luna) ¿No hay otros medios de alcanzar nuestros sueños?
¡Sí! Vaya que los hay y, aún llegando a la luna, esos hombres y mujeres usan
guantes, se protegen y rodean de una atmósfera (artificial) que no les permite
conocer la realidad, la completa verdad, de lo contrario morirían. ¿Respiran
los peces fuera de su agua? ¿Respiro yo inmerso en el fango?
Mi verdad es una, como la tuya, como la mía.
Uno puede asomarse a la transparencia de un
lago y saber si el fondo le gusta, si el cieno del lecho le atrae y –luego- con
algunos remilgos, se toca el agua, se sondea ese fondo claro (a veces oscuro)
y, en el mejor de los casos, UNO SE LANZA AL AGUA (quiera Dios nunca tu cisterna esté totalmente vacía o absolutamente
llena) (los extremos no son buenos).
Hoy, más que nunca sé, no tendré más hijos.
No tanto por mi decisión quirúrgica (la vasectomía), sino que económicamente
nunca tuve lo que quise, y ya no es momento para ocuparme de eso.
Luego, la
experiencia del amor, me ha parecido más un espejismo que una realidad: Mis
recientes lecciones me han enseñado que (1)
No siempre se busca lo mismo y, (2)
Lo que tengo (en todo sentido) puede que me sacie o satisfaga (a mí, en lo
personal) pero una mujer siempre pide lo que el hombre no quiere o no puede.
Quisiera poder tener el tiempo para
explicarme (para explicarlo) pero –justo en este momento- mi mamá está encima
de mí con sus temas (por cierto, de la misma naturaleza) y, como estoy en
caracas de paso (hace más de una década estoy emancipado) (gracias a Dios) me
dispongo a irme y no volveré (no por colérico ni melancólico) ¡Son
convicciones!
Alguien, muy querida, hace poco me dijo: “Quien es buen hijo, es buen padre, buen
esposo, buen… (todo)” (Créditos
a la Psico Turula).
Yo no soy bueno en nada. No es subestimación,
no es cinismo, y ya dejé la medida ajena para regirme por mi patrón, mi
standard y no me preocupo por varias cosas.
En relación al matrimonio, volver a casarme,
soy realista: Mi casa está lejos de la civilización. Estoy lejos de ser
civilizado, y cada día estoy más claro en el sendero de mi peregrinaje. ¡Haz pronto tu parte, Dios! (he aquí mi trozo de melancolía, en LA MENOR).
En relación a la familia, a lo nuclear de
ella, ¡la tuve! Pero no crecí conociendo los verdaderos valores. En parte por
el sincretismo de creencias, por la mezcla de lo católico y la doble moral y el
doble diálogo (es problema de otros), pero no conocí ni recuerdo el pecho
amamantador de mi madre ¡Soy mal hijo! ¡Soy mal padre! (y no tuve el patrón
verdadero como ayo a esta referencia) Mi
abuela fue mi madre y mi padre “siempre” estuvo lejos; pero nos
acercamos en la adolescencia (sólo por 13 años).
Mis tíos paternos suplieron mis deficiencias,
muchas veces económicas como afectivas (mi segunda mamá fue mi tía María y, si
lee esto, me hala las orejas) ¡Ja! ¡Ja! (todavía me
regaña) (pero
estoy ya lejos).
Para
cerrar el ciclo de mi colérica nostalgia (¿melancólica?) referiré mi enemistad con la ciudad:
Nací en Ccs, un 29 de junio de 1961. Podría referir algunos escritos de Andrés
Bello, aludiendo a que “salgan de las ciudades” (silva A la agricultura de la zona tórrida). Pero soy más práctico que él –menos
en muchas cosas- pero pragmático: Vivo en
una montaña con carretera de tierra, sin baño… (el vivió en muchas
ciudades). Soy citadino y vivo como si nada fuera. Hago un par de versos y no me creo poeta (ni
intento llegar a serlo)
¡Gran Vaina!
Interpretar mi música toma toda una vida y “nadie
quiere estar toda una vida tras nadie” (ya lo sé). Hay gente que te quiere
comer, que te quiere oír; pero algo en su lógica -tarde o temprano- brota
ingratamente ¡salta como chispas o rayos! Y te dice: “No te quiero”, “No eres
la persona que yo buscaba o creía QUE eras”, “Hueles mal”, “tus hijos o tu mamá me estorba”, “te estás
poniendo muy gorda o vieja”, “me enamoré de otra más joven o inmen$amente rica”…
¿Cómo no va a ser “bella”? ¡Qué sé yo! (ya saben de lo que hablo).
Hasta hace poco conservaba algunos mensajes…
(los borré de mi telf.)
En la música del amor el sexo tiene sus
notas, pero no puede ser el todo de la melodía (ese pentagrama se apoya en
dinero, en recur$o$, y ya he visto la importancia de éste en las relacione$, no
sólo de forma personal, son que ya estoy harto de oír a las citadinas (y no
citadinas) de cómo les importa el dinero que yo no tengo.
Uno, el hombre, puede y suele hablar de lo bonito que puede y “debe” ser el
cuerpo. Uno se fija en el pecho, piernas, nalgas (glúteos), pero no es eso el
todo (para el amor). Uno (yo) observo el carácter, las actitudes, los gestos,
lo que dice (cómo escribe), pero uno no sólo ama a las letras, los pensamientos,
la emotividad, sino LA ACEPTACIÓN, LA TOLERANCIA (eso es cosa de inteligencia).
Ayer, por cierto, alguien me comentaba (en persona): “Me estoy quedando solo”. ¿Cómo
no? Estaba oyéndolo hablar, en su teléfono. Llamó -cuando menos- a media docena
y, a todas, les decía lo mismo. ¿Quién es la “especial”? ¿A cuál ama, y no la
ve cómo a un objeto sexual o de su conveniencia?
Me quedé callado. Pensé para mí, me revisé…
Tuve a “La Incipiente” en el peldaño que pude, que quise (hasta que ella no
quiso) (y está bien: Me alegro de ello) (Demasiadas diferencias: Económicas,
religiosas). “Tuve” a una vieja gorda y fea de Valencia (la amé) (luché x
alejarla de mí) (no había espacio para otra: Una a la vez) y me alegra –también-
que nunca la conocí, que nunca nos vimos y, si fuera escritor (que no lo soy)
tendría un buen libreto para escribir sobre un par de cosas… ¡Ja! ¡Ja! Escribo
en mi memoria ¿Cómo es que se llamaba?...
El amor es algo más que un compromiso. Es una
mancomunidad de ideas, creencias y gustos que, probablemente, no se construyen
en un solo día, y ese afecto requiere de milagros, de empeño, de inversiones
(en afectivo y efectivo) ¡Claro que con Ca$h! (“Amor
con hambre no dura”).
Mi música es compleja.
No soy músico nato ni completo.
No sé tocar los instrumentos de mis notas;
pero hago algún ruido, un sonidito y, si lo oyen los perros o las perras (en
ambos sentidos) me considero satisfecho. Si me vuelvo un encantador de “culebras”
(con sus problemas) ha sido mi error y procuro dar la idea exacta de quién soy
y no lo logro ¡Fallé! ¡Fracasé! (no me sorprende no me duele: No soy el último
ni el primero) (tampoco soy el mejor ni el peor) ¡Hay mejores opciones! (soy la
última opción).
El 24/12/2011 tuve un encuentro amistoso con
una poeta (me regaló uno de sus libros). Aprendí varias cosas y hube de
contarle algo de ese día (trataré de abreviarlo). Una chica visitó a mi mamá.
Ella me interrumpía en lo que hacía (reparaba una PC) y, en ese insistir, salí
a la calle, saludé y eché bromas un rato. Yo estaba descubierto, sin franela,
en shorts, y fui abrazado (con bastante timidez, de parte de ella).
Luego de ese encuentro, una hora más tarde,
mi mamá me recriminaba: “Tú si eres pendejo”, “Esa mujer está loca por ti y tú
no la quieres”…
¡Es verdad! No la quiero, no me gusta. La acepto
como amiga ¿Tengo que “aceptarla” en la cama? ¿Tengo que complacer las ideas,
los prejuicios ajenos, o los míos?
¡Mi mamá no me entiende! (ni me respeta) (es
mi mamá) (¡Ah! Y se supone yo sí le debo respeto) ¡Al carajo con eso! Una cosa es el rol de madre-hijo, otra el de los
amigos. Y sé cuáles son mis límites (soy
demasiado tolerante, a veces).
Yo no me acuesto "por instinto" o por
necesidad, me acuesto por genuino deseo (y esto no significa que, algunos años
atrás, lo hice x presión social, por caminar a tientas y a ciegas). ¡Cada quien
a lo suyo! (mi amor es sagrado) (ese es mi santuario) ¡Hasta Dios me lo ha
respetado! ¿Quién puede objetarlo?
En mi música baila a quienes yo invito o a
quienes acepto su invitación (y he bailado bien mi música) (la de otras no la
conozco, del todo, y –antes de aceptar cualquier invitación- me aseguro que
sepan mis gustos, lo que oigo, lo que digo, lo que siento y ¡qué tú sientes! (no
me gusta bailar solo) (me gusta bailar con quien oye mi música y de quién oigo
sus sonidos).
Este 24 amanecí claro, honesto… No niego que
me emocioné, pero mi canto de culebras no es para encantar a nadie que no sea
como yo quiero ni a quien no quiera. Mi música es para arrullar a quien ame y
no para manipular a quien no ame o desee (ya son 50 años) (estériles, a veces).
A mi edad, no es ridículo querer bailar con
una mujer de 30 o de 20; pero ¿hasta dónde llegarán mis pasos?
Más aún, mis convicciones me llevaron (me
llevan) a un lugar que pensé sólo, para mí: Dudo haya otra como yo y, aunque sé
que las hay, todavía no la he encontrado (huelo su esencia) (estoy impregnado
de ella) ¿Lo está -ella- de mí?
El tiempo lo dirá, mientras siga interpretándome…
P.S.
Mi padre diría,
en sus propias palabras: “¿Me interpretas?”
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