“Es que esta vida sin
querer
es como un poema
sin prosa,
Pues un cuerpo que
no goza
Más le vale perecer...” (Trozo de mi Moraleja Senil. Mayo 18, 2011)
No conozco el
camino de los poetas,
Ni sé seguir el
curso de tu estela en mis difusas ilusiones.
No tengo idea de
cómo nacen los versos, lo que ven
ni cómo sienten:
Tengo ganas de llorar.
Han pasado tan cosas,
esas que tú y todos sabemos,
Cosas que Dios –como
nadie- sabe, entiende y nos alivia,
pero ¿por qué no
viniste? ¿Por qué no volviste?
No supe de ti y,
aunque sé que vives (y vivo yo por ello)
no hallo el curso
del viento, como para alcanzarte en el vuelo de las aves.
¿Cómo estás?
¿Cómo sigue tu salud?
Y, con poca lentitud,
te visito como un vago en pensamientos,
Con deseos que te
siento, y ¡tú no estás allí!
Te busco como a
esa nota de un pentagrama -esas que aún no escribo-
Pero la música no
sale –se esconde- sólo porque no te veo.
¡No supe ayer de
ti!
Y ahora busco
escribirte… Veo esas casas y sus techos, y sólo te pienso, pese al asedio de
ideas ajenas, interrupciones inoportunas, que procuran separarme de esta
ilusión que acaricio -como tú- al pelo de tu perro.
Soy ajeno a este
lugar, a este día...
La gente o las
llamadas vienen o van, y sólo quiero saberte, me conformo en comprenderte, y
hoy no sé qué he de escribir…
Mis planes eran marcharme.
Mi deseo es alejarme. ¡Quiero saber de ti!
NO sé qué
escribir ni cómo decirlo, hay una mezcla de cosas... Me visitan hasta
fantasmas. ¡No sé cómo decírtelo!
¡Ayer te pude ver!
Y el deseo es del querer ¿Cómo fue que no te vi?
¡Qué me importa la religión?
Sólo pienso mi condición: Estoy lejos de ti.
No sé adónde van los fantasmas, pero vienen al asecho:
Mi mamá, las tareas que no quiero, la premura de volverme a casa
¡Y no te veo! ¿Por qué no te pude ver?
¿Por qué no te leí?
Sólo sé: “Tendieron la emboscada”.
Que mi amor no sirve a nada
No supe ayer de ti.
Para ti, negrita.
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