viernes, junio 08, 2012

Lo malo o lo bueno.



Me agradaría ahorrarle una mala experiencia a cualquiera. Soy subjetivo y parcial al hablar bien o mal de mí mismo, así como cualquiera. Plagiando algunas palabras de Saulo-Pablo (San Pablo), a quien ya segrego por católico para concentrarme en las enseñanzas de Jesucristo y menos en las de cualquier otro ser, les digo: “En poco tengo ser juzgado por Uds o tribunal humano” (I Corintios 4:3-4) ¡ni aún mismo me condeno o me juzgo! (y ésto NO me justifica). Pero soy lo mejor que he podido hacer de mí mismo, lo “mejor” que tengo y no voy a terminar de perder lo poco que me quede.

Hablando en términos mundanos, he comprobado -hasta el hartazgo- que no me identifico con los chavistas, los religiosos, los católicos, los adoradores del patriotismo ni machistas/feministas. De hecho, debido a mi entendimiento de algunas cosas, terminé por divorciarme de una mujer antagónica cuya vida me soportó 13 años, y ese inevitable divorcio emocional comenzó al tercer año de la unión; así que no pondré mayor esperanza en mí que esta incapacidad de completa transigencia: Soy imperfecto, y más cuando veo la falla ajena.

Soy pobre y no he dejado de ser mediocremente productivo. He salido poco del país, he ido poco a comer helados o hamburguesas y, aunque me gane finalmente el Kino, dudo me guste andar por un centro comercial o las calles de un país como éste; así que nadie tenga la esperanza de cambiarme.

Me gustaría un rotundo progreso económico personal, más que el social y, los contados amigos que me reservo, no los quiero arrinconar en la pila de recuerdos: Su lealtad, las veces que me han ayudado, vale más que cualquier otra persona o cosa que este derrotero me haya dado o conocido; así que no hablaré vanamente mal de mi familia o de mis amigos y, cuando lo haga, es por simple comparación referencial. (Los políticos, advenedizos, aprovechadores, etc., no son bienvenidos).

Supongo que los hechos hablan más que las palabras. Haciendo honor a esa verdad, he hablado de más o he escrito en demasía; así que, si alguien quiere conocerme (o ser comprendido por mí) tendrá que leer la traducción de mis emociones, mis “testamentos”; y espero que -en algo- ellas puedan servir as alguien, en tanto tenga el beneficio de la internet. Este huraño ermitaño (Secular Hermit) lleva años volcándose en letras, vaciando ideas y sentimientos en la red. No tengo la verdad, quizá poca razón; pero ésto he sido yo.

Podría enamorarme de alguien como Emily Brontë, pero no me gusta que me gobiernen, subestimen o manipulen (así que me alejo de gente así). Podría volver a enamorarme de Marinel Pérez, de Mónica ... pero la vida no está hecha de dos oportunidades iguales: Si no las amé bien como eran antes, no las amaré como sean ahora.

Suelo hablar de Dios... No tengo su número telefónico, pero anhelo que Él use el mío (+584243035474). Hubo un tiempo en el que fui su enemigo. Por varios años no le creía, no lo entendía, dudaba  y le maldecía. En la adolescencia -entrado en la edad de esa rebeldía- no sólo era enemigo de muchos cristianos, sino amigo del Diablo (y no lo sabía o entendía). De allí que -gracias a Su paciencia- ando ahora de este lado. Ciertamente no creo en hombres ni mujeres, ataco lo que me parezca religión (o extremismo político) y, en medio de mi búsqueda humana -la de un mortal adolescente en edad avanzada- no tengo otro plan para no insistir en que Dios me lleve pronto.

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