lunes, mayo 02, 2016

A perfect day


(Another chapter to “That Never happened”)

If I could be granted willfully with the privilege of deciding when I wanted to die, it could have been last Saturday. After calculating the economic cost of my budget, I made up my mind to buy several things I needed another place to finish a bathroom I´m building next to my bedroom. When I got the construction materials I needed, I walked 5 blocks towards the neighborhood where I grew up in. I thought I could be blessed if I finally interacted with acquaintances and few old friends I left behind when I moved away, but that joy was much more than I lightly imagined.

There´s no a real need to relate on those things I shared with the few I really met. I bypassed two or three but, the moment I left one of those I considered a brother, I thought it was a good time to die joyfully. I was surprised his parents were also alive!

That moment I poured out my heart in thanks. Before I left his house, I confirmed by words those feelings I nurtured for years, thanking him for having been my friend, no matter what distance and time had done on him or me, since I will keep seen him as a brother I enjoyed when we were younger… By the way, I also had the chance to tell his mother one childish prejudice he had when he saw me the 1st time, with long hair.

-Mrs Beatriz, he thought I wasn´t a boy I could be trusted. Did you told her about those discriminatory thoughts you had those days?

He laughed, while handing me over a shake of fruits he had just prepared for us. We told her about those biased thoughts he told me when we were good friends who quick used to go camping and mountain scouting.

Yesterday it was a good day to die! 

But some things will never change.

miércoles, febrero 17, 2016

Extremos Bipolares



            Anoche, mientras borraba mensajes de texto, descubrí que había archivado más de 500 y no los recordaba. Tratando de identificar la procedencia, resultaron ser de un affair  de noviembre 2015, con alguien quien suele ver errores en los demás y no atina a ver los suyos (con el agravante de decir qué cosas debo hacer, como si fuera un niño).

            Hice preguntas -identificándome- para estar seguro de qué persona podía ser (yo había borrado telfs y nombres). No identificó su nombre pero, la idiosincrasia despertó mi memoria y, al decirme que no repitiera ciertas cosas “viejas”, decisiones tocantes a mi auto re-afirmación, me dijo que debía re-programarme como ella lo ha decidido. Al instante -y a propósito- pregunté si ella planeaba dejar de fumar este año (no respondió con un sí, ni un no).

Es fácil diagnosticar los problemas ajenos, sin atisbar nuestros errores disimulados.

            Es fácil tratar de auto-justificarse pero, la bipolaridad es una cosa que debo erradicar de mi vida, y observarla en las acciones de otros; a fin de evitar extremos que podrían perjudicarme.

            Tengo alguien en familia que, hasta un par de semanas, parecía comprender el problema político del chavismo y el comunismo “barato” vivido a expensas de otros… Esta semana, con un tono de orgullo y ostentosa presunción, telefoneó anunciando que se había enrolado en las milicias bolivarianas y, que al hacerlo, entraba en las filas de la oficialidad que nunca tuvo en el ejército venezolano. ¿He de cuidarme de esa bipolaridad política? ¡Sí! Más sabiendo que soy acérrimo enemigo del comunismo vene-cubano.

            Aquella catira de quien huí, me dio un par de detalles de sus planes para el 2016. En uno de sus textos escribió -de forma sucinta- que deseaba alcanzar un nuevo plano espiritual en su vida y, a continuación, puntualizó el recurrente tema de la solvencia económica y, de forma muy clara (a sus 40) enfatizó el sueño de hallar su príncipe azul...

“No creo que, el deseo de construirte un jacuzzi -o hallar un príncipe azul- sean proyectos ciertamente espirituales, porque -en realidad- son una extensión de tus cosas materiales (naturalmente deseables).” Le escribí al instante y para rematar, con algo de sarcasmo, repetí un chiste que leí en alguna otra parte: “He oído que, a mi edad, los príncipes azules, ya se han vuelto viejos verdes...”

            En algún momento de esa noche, escribió con pulcra sinceridad: “¡Somos incompatibles! Tú has dejado de soñar y, mi vida contigo sería amarga, triste y oscura. Tú decidiste vivir así, sin sueños y sin soñar.” y, al parecer, ella no habría entendido un mensaje en el que le dije: “¡Yo estoy claro! No tengo nada nuevo que ofrecer, ni nada particular que buscar… Ya viví mi vida.” ¡Sí! He decidido no soñar y, en particular, por la predisposición que todo “sueño” lleva consigo, no aceptando las cosas (o personas) tal como vengan.

            Lo bueno de ese intercambio errático, fue la re-afirmación de nuestras viejas posiciones y ese confirmar del evidente antagonismo y, aunque ella diga haber estado sin pareja más de 8 años, yo puedo renunciar a estar con alguien ahora, simplemente porque -luego de 50 años- la persona que yo buscaba no la hallé y -hoy- puedo aceptar no estar a la altura de aspiraciones ajenas, no queriendo retos o compromisos, con un costo que no quiero sufragar y, si aquella mujer soñada existió, yo no hice milagros en la vida y, tampoco, haré milagros mañana; así que puedo vivir solo en este cinismo práctico, auto-saboteante y cómodo, que pensando convivir en la incertidumbre o la zozobra de una relación donde haya que alternar planes simples o complejos, para que cada quien realice o satisfaga sueños ajenos; cuando el mío es más sencillo, barato y, quizá, realizables: ¡Cada quien estará su zona de confort! Ese hábito tiene arraigo en las edades, y vivo un día a la vez.

            Hoy, mientras almorzaba en la calle, un joven comentaba ciertas cosas que no puedo publicar ni referir por respeto público y, tras intuir que él hablaba con malicia, le dije: “Uno no debe preocuparse de lo que tenga o carezca… Si lo que tienes hace feliz a la mujer QUE TE ELIGIÓ en lugar de otros, vive lo que puedas mientras te tenga. Es la mujer quien decide con quien se queda, o con quien se va...” Sin embargo, el mismo argumento aplica a nosotros los hombres: Uno se queda con quien le convenga, te acepte o se guste.

¿Es común que, cuando se diga: “Construyo un baño...” alguien replique después: “¡No olvides incluir el jacuzzi!...” (Agregando una lista de cosas, fuera del alcance del dinero de tu proyecto).

            Voy a observar mi actitud y conducta: Me comprometo -a mí mismo- vigilar no decirle a la gente qué debe hacer (particularmente, si no lo estoy haciendo yo).

            Antes de despedirme esa noche, finalmente escribí: “¿Sientes stress cuando percibes el malestar ajeno? En mi opinión, no hay nada más molesto que decirle a la gente lo que debe hacer. Me parece un irrespeto de la individualidad y a la autodeterminación de cada persona y -en ese sentido- te comportas como mi mamá, quien me incomoda cuando trata de que yo haga lo que ella quiere.”

Cerrando mi capítulo auto-justificante, escribí: “Sólo espero que tu príncipe quiera un jacuzzi, y que guste del humo de tus cigarrillos...

            Me eximí de reiterar lo repugnante que resulta el aliento de quien fuma. Me ahorré el momento de replicar a ese desagrado visceral que siento por la Salsa music.

            No me atrevo a soñar sueños ajenos, sino los míos (por simples e intrascendentes que sean). Si en medio siglo intenté lograr un par o una docena de cosas que no resultaron tal como me las propuse en papel, a esta edad, no debo planificar ni proyectar cosas irrealizables en lo que queda de tiempo pues, lo que la vida me regala, no es un producto imperecedero descartable y -en cualquier momento- lo que más se ama o desea, puede estar muriendo o cambiando, como fluctúa el viento u otro pensamiento bipolar.

            Si alguna vez soñé vivir en otro país, lejos de las cosas que no me gustan, también hallaré cosas indeseables en otra cultura disímil y, asumo el reto de construir -dentro de mí mismo- el mundo que deseo, sin esperar nada que dependa de otras ni otros. ¿Mi dicha o la tuya, depende de terceros? No lo creo.

            Jamás me gustó la gente de mi edad. Supongo que la vejez o las arrugas del tiempo siempre me resultaron desagradables y, la verdad, sólo una vez estuve con alguien mayor, y fue un suceso accidental y grato pues, su belleza, sus ojos ámbar y actividades deportivas regulares, eran mucho más movidas de lo que soy; sin embargo, éramos  opuestos económicamente, y su fe no era la mía.

De momento: ¡Me río! Porque la señora “Guerra” dice que yo soy un viejo de 80 años… ¡Ha! ¡Ha! ¡Ha! ¡Ok! Permita Dios que mi vida termine hoy mismo, viví suficiente (no demasiado).

No me preocupa la incertidumbre del mañana, sólo sé vivir el día, no lo que vendrá luego.

            Si lo actual, si el acontecer dice a gritos: “La economía a va a sucumbir”, no puedo seguir planificando sobre modelos o sueños que ya fallaron y, si tengo todavía tiempo de ensayar algo, debo crearme mi modelo, ser mi gestor, para producir alimento y mis cosas; el resto ha sido un regalo dulce de esta vida.

            Si de joven siempre quise tener la propiedad de un terreno en la montaña, un lugar y espacio que fueran sólo míos -ahora que los tengo- podría consolidar lo que hace una década yo había logrado, sin darle otro uso. Si el dinero nunca me alcanzó en 50 años -cuando menos hoy- debo arar la tierra para producir mi pan, … No puedo confiar en la dependencia del papel moneda, o de soñar más sueños estériles (teniendo espacio y tierra).

            Si alguna vez quise tener un yate por casa, si alguna vez quise tener un refugio anti nuclear, hoy no quiero pensar en nada inútil o costoso. Si quise perseguir el sueño de la mujer perfecta, debo perfeccionarme primero. Si quise saltar tras el amor inagotable, hoy acepto que todo se agota y -el mundo mismo- a gritos me dice que todo recurso se acaba (como el día o cada noche). ¿Perseguiré quimeras ajenas? ¡No!

            Vivir en sociedad no es igual a convivir en parejas. Si tu casa es un edificio de 5 pisos, tu existencia no es igual a quien viva en un tejado o una simple habitación pues, el costo de manutención o limpieza, varía de casa a casa y, pensar que tú o yo somos iguales es vanidad necia: Tú eres tú. Yo soy yo.

            Si tu vivienda consume más combustible y agua que la mía. Tus gastos por servicios generales no son semejantes a los míos y, si pagas un condominio residencial, el precio de tu comodidad está lejos de mi nivel de gastos y, si tales diferencias ya existen entre tod@s  ¿Cómo es que decimos que “somos iguales”? (no siéndolos).

            Inútilmente he querido estandarizarme para encajar con personas y otros círculos. No voy a negar que muchas personas -también- hayan querido homologarse (a sí mismas) con quienes son indudablemente diferentes y, aunque todas y todos tenemos anhelos de diversa índole (concretas aspiraciones, sueños o pesadillas) sólo en las películas de cine se explotan y capitalizan esos deseos -en tránsito- a lo largo de nuestras vidas: Somos individuos diferentes, aunque con afinidades en tránsito.

La bipolaridad de dichos extremos e intereses debe evitarse. Por mucho que me atraiga visualmente una carajita, lógicamente debo estar apercibido de esas diferencias y, si milagrosamente hubiera coincidencias o deseables afinidades, debo tener presente que ella cambiará, mientras yo -también- voy en mi proceso natural de cambios (interiores y externos) posiblemente muy distintos a los de ella.

            Una cosa es convivir con una persona que guste rivalizar en el terreno deportivo o profesional, y otra adversar en el campo emocional o de parejas.

Yo no puedo pedir a mi chica que baje de peso, cuando yo mismo estoy gordo (y obesamente indispuesto dar complacencia a cosas que ella desearía). Si me indispongo en la cama, incluso los gastos comunes se afectarán en la casa... Nadie puede pedir a otro “cambios” cuando la otra parte está (a) indispuesta o (b) ignorante de la situación conflictiva a solventar juntos, o individualmente.

            Cada persona tiene un despertar a sus necesidades latentes o fantásticas, mismas que no se habían exteriorizado o reconocido y, viviendo en parejas, bien puede comunicarse dicha inquietud (o solicitud) y, en mi opinión, no creo haya un compromiso obligante (entre parte y parte) a sumar dicho logro o sueño a las cargas de una de las parejas, a menos que entre ellos existan acuerdos de mutualidad, reciprocidad condicionada pues, hay tendencias en las que una parte exige más que la otra o, la otra dé menos que quien aporta distinto caudal de transacciones, intercambios afectivos o materiales y, la verdad, deberíamos ser justos, procurando ser equitativos en ese dar y recibir transaccional (pero no diré lo que otro debe hacer)

            Mi experiencia de vida no es terminal ni exhaustiva y, sin embargo, me sorprende ver personas que dicen estar en una posición y, de momento, saltan a otras por conveniencias económicas, afectivas, sexuales o sociales. ¡Les entiendo! Aunque no dejaré de sorprenderme. Sé que “el hambre” o las conveniencias siempre han estado allí (o allá) pero, el tema de la lealtad y la afinidad me interesan y, en relación a esos extremos en los que viaja el corazón, la amistad o la lealtad, siempre serán motivo de surcar fondos y de ver las superficies pues: “Podremos hacer 20 cosas bien y, una sola cosa hecha mal, derrumba todo un edificio de cosas buenas.

            Hace más de dos mil años alguien dijo: “¡Hipócrita! saca la paja de tu ojo, para que puedas ayudar a los demás...”. Yo no puedo ver bien mis defectos, ni los de otr@s. Primero debo validar  el inventario de todo lo que está mal en mí. Yo no debo intentar cambiar a nadie, cuando estérilmente no hice -ni procuré- un cambio radical y positivo que completase a lo largo de mi vida.

¡He de vigilarme! Me comprometo a no decir a la gente qué debe hacer (ni a que me digan lo que debería hacer yo).  No es bueno tambalearse entre extremos. :)

Los afectos no se mendigan.


Si bien el amor o la amistad no se mendigan (si éstos se dan o acontecen) son algo espontáneo, y no necesariamente vienen forzados, ni son vínculos coactivos. Tengo años rumiando unas palabras que –supuestamente- dijo Jesucristo a la mujer Samaritana (Juan 4:23).

Para tener o desarrollar un afecto, tengo que tener un vínculo con la cosa o persona que atraiga mi atención y parte de mi vida. La amistad nace de un encuentro fortuito y casual de afinidades o gustos compartidos (así como se ha hallado en un espacio y tiempo definibles). Yo no puedo amar o sentirme atraído por alguien a quien noto totalmente opuesta a mis gustos y, por lo general, huyo de los antagonismos. ¿Cómo puedo hablar de amor si, las diferencias que nos adversan, nos alejan más de lo que pudimos acercarnos?

Puede que, físicamente, uno se sienta atraído a alguien sobremanera y, sin duda, uno hará algo –cualquier cosa- para hacerse notar o advertir, hasta que se inicie una conversación posterior a dicho encuentro. En mi caso, siempre procuro ver dónde están las diferencias: Las afinidades y los antagonismos. Puede que alguien me guste físicamente mucho pero, si lo que a ella le gusta no me gusta a mí, me volveré por el camino que vine. ¿Cómo eres tú, en ese sentido?

El Señor Jesús, supuestamente dijo esto: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.” (Juan 4:23)

De más está aclarar que desconozco la exactitud de cualquier cosa que Jesús haya dicho. Por cuestiones de lógica, fe y confianza, he creído en la literalidad de muchas cosas escritas en la Biblia pero, por la experiencia personal de más de 50 años de existencia, tengo la convicción vivencial de que hay ciertas cosas que ciertamente no aplican, al menos en lo que sucede en la práctica cotidiana de mi vida.
·         ¿Tiene Dios necesidades? (Afectivas y humanas)
·       ¿Busca Dios adoradores?

Si el Señor Jesús dijo tales cosas, las preguntas inmediatas que han saltado a mi mente son esas. Obvio que yo no conozco personalmente a Dios. Las referencias que “conozco” provienen de ese proceso religioso de transculturización que he “oído” más de lo que he vivido al dedillo y, en muy contadas ocasiones, he oído alguna voz, o he tenido la impresión de que Él quiere tal cosa (del mismo modo como he tenido ciertos sueños, que no son parte de mi normalidad). ¡Sí! Yo he querido oír la voz personal y directa de Dios y, en una triste situación donde pensaba volarme la cabeza con un tiro de escopeta, yo hubiera deseado oírle pero –en ese momento- no le oí (ni le vi) y, como dije al principio, “el amor o la amistad no se mendigan” y, para ese momento, no logré coaccionar la atención de Dios para que me respondiera; no logré manipular Su voluntad ni Su amistad, así que –de esa forma vivencial- puedo afirmar (con conocimiento experimental) que Dios no anda a la búsqueda de nada que el hombre tenga y a Él le haga falta.

Si el Creador puso en el humano una ínfima parte de sí, podría verlo como al hombre y como éste ve a sus hij@s y, si no estoy tan equivocado, creo que hay algo más que una imprecisa atracción o curiosidad afectiva de los padres por los hijos, aunque no siempre (los hij@s) sientan atracción por sus padres (o viceversa).

No he tenido muchas mascotas pero, cuando mi primer perro se hizo una herida en la pata, una parte de mí también se cortó y, cuando usted tuvo sus hijos, usted se condolió por más de alguna situación de sus hijos, o de sus hijas. Si yo, quien no soy nadie en particular, me conduelo o emociono por ciertas cosas, creo que El Hacedor de la vida –también- pueda enternecerse o compadecerse por más de tantas cosas y, si Él buscase “la adoración”, el afecto o la simpatía del ser humano, algo más que enviar a Su Hijo Unigénito sería propio pues, ¿qué clase de relación se establece con una persona a quien se le ha enviado un libro que yace en la historia? ¿No ha de actualizarse usted frecuentemente con los suyos, amigos o parientes, para que tal o cual relación fluya?

Si sólo amase a mis hijos en la remota distancia, si yo nunca los visitase o viese en persona, jamás tendría la oportunidad de vivir y disfrutar ese afecto (o el de ellos). Si sólo una vez les escribiese, si únicamente les dejase cartas y jamás los volviera a tocar o ver, no creo que YO pudiese gozar el haberlos visto crecer más allá de lo que fue ese presente y, si en el presente ellas ni ellos me amasen o correspondieses, de nada me sirve que me quieran en la distancia (cuando me haya ido) justo cuando lean esas cartas (con mi letra) esas que alguna vez escribí o dicté ¿Tendrán un vivo recuerdo cuando me vean en fotos o videos? Amar, desde el ayer, es sólo una vaga recordación de lo que pudo ser o hacerse hoy.

Si Dios estuviera muerto y Su ausencia fuera religiosamente omnipresente, no tendría yo más necesidad de Él -por convicción- más que por conveniencia; pero la vida me dice que yo lo necesito, más que Él a mí… Adorar, en abstracto me cuesta y, además, no lo entiende mi mente. Aquellos que vieron a Jesús, quienes sintieron Su presencia, lo adoraron; y mucho más, cuando vieron que Él les respondió con un milagro. ¿Cómo puedo adorar a Dios, si me es intangible y no le escucho?

Las afinidades, los anhelos y afectos cuentan a la hora de establecer o solidificar vínculos. A Jesús puedo quererlo por lo que he leído o creído de Él pero, aún creyendo esto o aquello, no siento inclinación personal alguna por adorarlo (y mucho menos sin verlo o poder oírlo). Muchas personas lo ven o creen en el Dios encarnado pero, en mi sistema de creencias, yo veo a Jesús como el hijo de Dios -no como a Dios Padre- aunque sé (creo) que Él es de naturaleza divina (aunque Él ya haya sido humano).

¿Busca el humano adoración, o la aprobación de otr@s?

El amor, la amistad… y esos afectos, no se compran ni se mendigan. Si Dios es Dios, no creo haya en Él vacíos personales, ansiedades ni necesidades. No tengo problemas en verme como a una mascota que Dios haya adoptado o botado pero, aún así, reconozco que me gustaría poder oírlo y, mucho más, verlo y entenderlo pero –me parece- mis afinidades o gustos no son los Suyos (y cada quien anda por su lado).

Si de veras Cristo Jesús dijo: “el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23) estoy en un problema que causa dependencias y –Dios- en esa “necesidad” insatisfecha, también entraría en un predicamento humano. ¿Desea adoración?

En tanto una necesidad exista, mientras no se satisfaga lo que falta, se adolece de lo deseado o necesario. Si Dios busca adoración, de Su parte, algo ha de hacer para que tal “necesidad” sea cumplida (para que Él se satisfaga). Es indeseable, como padre, saber, entender o padecer, que nuestros hijos nos rechacen e, incluso, que nos odien por alguna razón desconocida; pero esto no tiene nada que ver con la adoración, sino con cariños y afectos (aunque sí puede vincularse con sentimientos de desaprobación y un total rechazo). ¿Por qué rechazaría yo a Dios, como humano? Si fuera un ángel, que quiere ser dios, quizá lo pensaría.  

En el Antiguo Testamento se habla de una insubordinación del hombre contra Dios (Génesis) y, leyendo en otras partes, uno puede inferir que hubo otras rebeliones en alguna parte de los cielos. Job nos narra –brevemente- de una charla de Dios con Satanás y, de ser así, el diablo podía comunicarse con Dios Padre (Job 1:7) tanto como lo hizo en una charla con Jesucristo, cuando Satanás puso a prueba la lealtad del Mesías, en medio del desierto (Mateo 4:1-11).

Adán podía comunicarse físicamente con Dios; sus hijos –también- lo hicieron en actos de adoración y humildad… ¿Qué tan pesadoramente detestable soy, que no me sé comunicar con Él? (o con nadie)

Noé halló gracia ante los ojos de Jehová…” y, de algún modo caminaron juntos (Gen 6:8-9) ¿Qué y cómo caminar con Él? (Suspiro) ¿Cómo ganarme Su afecto, si estoy siendo sincero, y todavía no le agrade? (Obvio que, al repetirlo, yo le estoy mendigando; y no me pesa escribir estas líneas, que no sé si le llegan).

El Antiguo Testamento cuenta del momento en que un hombre quiso ver el rostro de Dios. Desconozco sus motivos, ignoro porqué Dios no desearía dejarse ver si es que busca la adoración de adoradores ”en Espíritu y verdad” pero, la Biblia habla de aquel quien quiso verlo y –supuestamente- no le vio:
·         No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.” (Éxodo 33:20)
·         Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.” (Éxodo 33:23)
¿Quién era aquel que dijo: “Te ruego que me muestres tu gloria.” (Exo. 33:18)

            Encuentro contradictoria esta ambigüedad en la divinidad: ¿Cómo es que Dios busca adoradores “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23) y luego se niega a dejase ver a la cara? ¡Hmm! No quiero caer en sofismas y no tengo maneras de oír directamente al Señor Jesucristo pero ¿Es algo habitual la bipolaridad en Dios?

            Moisés halló gracia ante Dios (¡Bien bueno!) pero la mayoría de los humanos estamos en la desgracia de no hallar Sus buenos ojos. ¿Tan malo soy del todo, si todos sabemos que hay gente peor que usted o que yo?
           
El hecho de que Moisés haya matado a un hombre, no lo hace peor que la mayoría de nosotros (Éxodo 2:12). Sin embargo, ocultar al muerto, sí que es otra cosa ¿No les parece? Uno puede molestarse con alguien pero, eso de matarlo y, ocultarlo, son otra cosa… ¡Yo sí he pensado en matar a más de uno! El problema siempre fue ocultarlo; porque me han detenido esas consecuencias. ¿No es eso lo que detiene a millares? ¡Gracias a Dios que nos hemos detenido?

            Casi puedo recordar las veces en que quise (o pude) matar a alguien. Si por consecuencias todos resarciéramos, no sé qué hubiera sido de mí, si aquella vez que estuve a punto de volarme la cabeza con un tiro de escopeta: Con pesar puedo recordar las tres veces que halé el gatillo, y lo luego lo desmonté… ¿Iba Dios a oírme así? ¿Cambiaría Su rostro o afectos? ¿Iba a cambiar Él (o yo) el rumbo de las cosas que me dolían?

            No tengo idea de cómo caminar a Su paso, y ya no me preocupa. Si no supe hallar las cosas buenas que quise en otros tiempos, hoy puedo dejarlas pasar como mi vida va pasando. ¿Deja ver Dios Su espalda y esconde el rostro de quien lo busque?

Pienso que la razón para no dejarse ver -tal como somos- se debe a temores, inseguridades, y a esa clase de repercusiones y aprensiones de la juventud pueril. Ciertas chicas, cuando tienen una espinilla en la cara ¡ni al espejo se quieren ver! Las damas, cuando se aplican un tratamiento de belleza en el rostro, por lo regular se esconden y, cuando se trata de decir la edad verdadera, muchas de ellas esconden los documentos del nacimiento. ¿Le preocupa a Dios la muerte de un hombre, o que se desvalorice la vida?

Ciertamente, Moisés Le vio a la cara varias veces (y no murió allí). Lo que antes ocupaba a Dios, puede ser lo mismo que hoy le guste y personalmente le ocupe; pero no creo que Dios sea incoherente como nosotros.

No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.”  (Exo 33:20).

Tengo la impresión de que -cuando vea yo a Dios- no será para morir, sino para vivir. Moisés lo vio a la cara (Exo 33:11) y, a cada encuentro, Moisés no fue el mismo (Exo 34:35). Jacob –también- lo vio alguna vez, y no murió. (Gen 32:30) Abraham, en más de una ocasión, conversó con el Creador (Gen 17:17)  ¿Cómo no lo iban a ver?

Ese juego de hide & seek es propio de esta clase de coqueteo “espiritual”. ¿Quién quiere seguir siendo el mismo?

Moisés lo vio cara a cara y la Biblia dice así: “Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios. ”(Exo_34:35) ¡Qué bendición! No brillar con la luz de Dios, sino ser acepto a quien de espaldas se había mostrado. ¿Qué puede compararse al logro de alcanzar lo que se buscaba, una vez que aquello anhelado se ha obtenido?

No voy a comparar eso a nada que tenga que ver con las relaciones entre parejas y, si he de hacerlo, sólo lo haría con aquello de tener tu primer hijo o hija. ¿Qué importa si alguien te quiera o te mire? Lo que quieras -o logres- trae un gozo que no te pueden despojar (a menos que tú lo permitas).

El amor o la amistad son cosas que no se mendigan y, con el tiempo, se ha notado que ciertas cosas merman, que las amistades se distancian y, antes que pase eso, ni siquiera les atendemos, antes de que partan. ¿Cuántas amistades se abandonaron en el ayer? Usted o yo les fallamos, o les olvidamos: L@s amig@s de la escuela primaria, vagamente se recuerdan. Los compañeros (as) del liceo, escasamente recordarán tu nombre y, si no hiciste un esfuerzo por conservarles, sabrá Dios quien te lamente (o cargue) cuando te vayas.

¿Está Dios ávido de ti o de mí? ¿Tengo algo que a Él le falte o se busque? Sea lo que sea, no imagino a Dios dependiente de nuestro acomodaticio afecto. Sin embargo, mientras algún día me encuentro con Su rostro, bien puedo intentar querer a quien no me quiera... ¿Qué tengo en común –contigo- para que no seamos incompatibles o intangibles?

Dios escuchó el clamor de los Suyos y, en Su momento, decidió acercarse a quienes lo hizo:
Exo 3:6  Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

Moisés, un pecador singular, se cubrió la cara cuando Dios se le apareció. Dios no vino de paseo sino que, en esa oportunidad, dio una misión a un hombre que tenía su propio camino y misión… ¿Si lo veo yo, seguiré siendo el mismo?

Cuando la dicha visita tu vida, todo en tu existencia parece brillar. ¿Seré el mismo pobre ser si me gano el premio mayor de la lotería? ¡Lo dudo! Compraría zapatos –una cantidad de cosas- y, desde luego, debo incluir a los míos. Sería egoísta de mi parte ignorar a los que hoy quiero. ¿Quién no se movería al ver a Dios o por tener la dicha de la deseada holgura económica?

Dios y Jesús tenían una relación afectiva que no dudo. Cuando el Maestro hablaba de Su Padre no mentía (a diferencia de cómo yo, o cualquiera, pudiera mentir acerca del estado de sus relaciones personales). En todo el evangelio puede leerse de la forma en que Jesús y Sus discípulos se desenvolvían y, en cuanto al amor o respeto, hallo gran coherencia cuando Pedro supone que ve al Maestro y –con admirable respeto- cubre su cuerpo cuando Lo nota en la playa (Juan 21:7). ¿Qué he de ceñirme, Señor, para que tu rostro pueda ver?

En otra oportunidad –Pedro también- fue movido en su corazón cuando Jesús preguntó: “¿Me amas más que éstos?” (Juan 21:15-17) Sólo Dios o Su hijo sabrán lo que hay en el corazón de cada hombre y mujer, pues, a mi edad, sigo creyendo esto: “Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo; Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.” (Salmos 7:9)

Hubiera querido terminar hace rato pero, unas palabras que oí de un pastor (y amigo) me siguen molestando. ¿Estás lidiando tú con tu soledad?

Yo no traigo ninguna clase de respuestas a tu caso particular pero “los religiosos” (incluso los hipócritas) llamarán pecado a cualquier forma de “solución” con la que tú trates de “resolver” tu situación sexual, llámese masturbación, o el ir por una prostituta cara o barata.

Ignoro qué te tiene solo, divorciado o soltero pero, a cierta edad, ya uno sabe qué le gusta o qué necesita y, si un pastor casado te dice pecador –cuando todavía te gustan las mujeres- deberías recordarle su pasado, sus días de borrachera y auto indulgencias, su prostitución o la de sus parientes (todo lo que él o ella hicieron) antes de poder casarse. ¿Quién en su sano juicio desea alejarse de quien le quiere? ¿Quién no desea ser correspondido con un afecto tangible y tiernamente visceral?

La sed de Jesús, al conversar con aquella Samaritana frente a un pozo de agua, no lo llevó a condenar ni a condonar lo que ella hubiera hecho. Su sed por la verdad, lo llevó a una conversación positiva (Juan 4:11) ¡sin manipulaciones de juicios! Cuando ella admitió no tener esposo –muy probablemente- Jesús dijo “hombres”, en lugar de “esposos”, como la religiosidad hipócrita transcribe e varias versiones. Si ella hubiera tenido varios “esposos” sería divorciada o, de acuerdo a la ley de Jesús “adúltera” (Mat. 19:9; Luc. 16:18) y, lo notable de este encuentro casual es que –para nada- Jesús emite juicios manipulativos o condenatorios contra ella. ¿Condenó Jesús a la mujer atrapada en adulterio? (Juan 8:11)

Cada quien, de la forma que piensa, procura sacarse la viga del ojo y, hasta en el Antiguo Testamento, cada persona procura darle solución a su existencia:

Un viudo, necesitando mujer, creyó alquilar los servicios sexuales de una “prostituta”… (Gen_38:15). Su nombre era Judá, hijo de Jacob, la simiente de Israel.

Sansón quiso casarse, físicamente buscaba el “amor” que no halló entre los suyos (Jueces 14:3) y, luego de convivir con Dalila… ¿Qué le quedó de vaciar lo que con celo había guardado? (Jueces 16:17).

Los artistas del templo, los “sacrosantos” del altar de sus iglesias, lamentablemente pecan con religiosidad y, yo diría que, sorprendentemente… 

¿Qué hizo David, el popular rey salmista? Se acostó con la mujer de Urías (2 Sam. 12:9) Lo amargamente insultante, es que David tenía esposas y concubinas (2 Sam. 5:13; 19:5). ¿Qué le faltaba a ese rey?

El amor, como dice una canción de Billo´s, “ni se compra ni se vende”. Puede que usted o yo no tengamos lo deseado (o rebuscado) por quien física o emocionalmente nos guste (o atraiga) pero, de algo siempre estaré seguro: El amor o la amistad no se mendigan.


A.T.     10 de Feb. 2016

A denied long for human affection.

...Masturbation, as I have read on several Christian sites, doesn´t come alone anthropologically; because it also seeks its emotive long for human affection, the sharing of the deepest favor a human being might have sought for and -as sinful it could be viewed- it´s more than a warm moment of "nasty lust" or brief circumstantial self-indulgency: It is a huge groan to be loved, liked, wanted… to feel life it is more than a common meaningless standalone living, a thing I will not call a detached crazy living, like religious people often do (particularly, when they´re miraculously married). 

Married couples, pastors, etcetera, love to point it out as wrong -and sinful- and last week, when I heard a friend who leads a church, I was recalled of these words: read reminded me this: Mat 23:4 They tie up heavy burdens, hard to bear, and lay them on people's shoulders, but they themselves are not willing to move them with their finger. 

Sexual abstention is not emotionally pleasing: It´s felt like a deprivation, by itself. 

Those who have their sexual mates can try to control those who do not enjoy their celibacy or living alone but, in the long run, everything depends on what you chose to live by. 

Sex has a price. Anything you´ve liked has a price (to be paid) and sometimes, a loving sexual mate is their prize, not mine. 

A.T.

sábado, diciembre 26, 2015

A secret? Dec 2015





Keep it as it is. ;)

jueves, diciembre 24, 2015

Indeseable Adiós



El Hecho de que uno sea besuqueado (o de que nos besuqueen) no significa que tengamos algún derecho sobre la vida de esa persona que nos otorgue tal momento o eufórico privilegio. Sin embargo, si el evento se repite más de una vez -incluso- en diferentes sitios y tiempos, esto me hace presumir que hay algún tipo de relación pero ¿Qué clase de relación es esa?

Si soy una persona legalmente comprometida con otra, si se sabe que -públicamente- estoy con alguien más, ese besuqueo fue algo más que un flirteo o un desliz pero, si estoy emocional y físicamente solo, esa reciprocidad de afectos, caricias bucales acompañadas de manoseos y tibios abrazos, no debe significar sólo una aventura fugaz de un momento pero ¿Qué tipo de relación se inicia (o establece) en esa clase de visible mutualidad circunstancial extemporánea?

Cuando era muchacho, un simple abrazo o manifestación pública de ese tipo de caricias significaba algo más que “pasar un momento”. Hoy, por lo que parece ser, es algo intrascendente que puede producirse, aceptarse -o rechazarse de inmediato- y, si hay espacio de tiempo, puede negociarse el tipo de “razón”, limitando significados u acuerdos para esa manifestación de emociones imprevistas que no necesariamente son un compromiso de afectos a mediano o largo plazo.



Admito ser disfuncional en eso. No creo ser impulsivo en abrazar o besar a extraños pero, ya he visto que hay gente así y, la generación del 2.000, tiene otra percepción de cosas que me son nuevas, y debo actualizarme.

Hace 3 o 4 años fui abrazado, besado... Y me sentí mimado, consentido, querido y amado. No supe comprender el significado de unas lágrimas que se desbordaron como en un tropel aturdido de besos y, cuando pregunté qué significaba eso que brotaba en sus ojos (lágrimas, luego del bálsamo de aquellos plácidos y sorpresivos besos) la chica con quien me efusivamente me besaba no dio respuesta, sino miradas evasivas y, en lugar de aclarar mi desconcierto, lloró más con furtiva reserva, casi siéndome esquiva; a lo que hube de aceptar la posibilidad de un indeseable adiós que vendría cuando intuí que no me besaba a mí, sino a sí misma, con el deseo que ella tenía de besar a alguien quien no le correspondía (y no era yo) pues, la amé con genuina e intensa sinceridad, aunque tuve que confrontarme en medio de apetecibles deseos y demarcados límites, en esas no tácitas condiciones que ella impondría -ya visiblemente- a la mutualidad que yo me permitía, y desearía a largo plazo. ¿Cómo desaprovechar ese momento, aunque no fuera totalmente para mí?



Era la segunda vez que todo yo sucumbía a lo que parecía seramor. Me enamoré de esa mujer como cuando tuve 26 años, y ya ella andaba en el tránsito de sus 40. Ha sido la mujer más sexy (y complicada) que mis brazos hayan cargado a pleno peso, que mi pecho haya intentado retener con reluctante denuedo y hoy, por nada del mundo, desearía involucrarme en una relación que no fuera una verdadera relación, ciertamente una definible como cualquier otra convencional: No soy hombre de tríos ni de fantasías.

No quiero volver a desperdiciar todo un año de mi vida creyendo que estoy conociendo a alguien, que resultase como ésta. No quiero volver a repetir una situación semejante en la que me halle dispuesto a ayudar a una dama en dificultades y, al hacerlo, me involucre emocionalmente en una relación que no es una relación recíproca pues, nadie merece desengañarse de algo que construyó con tanto cariño -y nada fue- sino una relación imprevista donde se daban besos y afectos descomprometidos, en un espacio de tiempo que parecía tener un carácter exclusivo y, al término de ese año, lo que de mi parte entendí o asumí, yo daba más allá de una asistencia filial, y a tiempo no advertí que comprometía mi amor propio, mientras la otra parte involucrada tuvo una percepción muy distinta y descomprometida, al punto que -cuando el momento dela confrontación llegó- el desenlace fue repugnante, amargo, doloroso (creo que para ambos) y, el desagrado que le produje al efectuar mi justo reclamo, quedó sellado con una final repulsión que ella definió como nauseabundo aborrecimiento (no hartazgo) y su actitud fue diametralmente opuesta a la prodigalidad efusiva de aquellas horas enteras de compañía que nos dimos adornándonos de besos, tibios y efusivos abrazos o sanos coqueteos (que parecían una relación sin término de tiempo).

El estar con ella era como pasar todo un fin de semana con quien cualquier enamorado desearía involucrarse toda una vida. Nuestras charlas, presenciales o no, eran asunto de horas y amaneceres pero -cuando reclamé la exclusividad sexual que yo pensé merecía- ella misma me hizo comprender que yo asumí todo ese afecto “mal”, que no me lo debí permitir pues, me enamoré con ese todo visceral y emocional que, en ese momento, sabía lo que tenía e invertía (sin nada a qué temer).



Pienso que, a la edad que sea, lo que duele de un adiós indeseable es esa privación emocional, física o sexual de la persona que nuestras vísceras han estimado más allá de lo que uno mismo se estima. Uno puede querer a alguien con el natural cariño pero, cuando las hormonas y los apetitos del deseo sexual o erótico han valorado a una persona más allá del grado visceral de nuestra autoestima, nuestra reacción es más rápida y violenta que el enojo y estoy seguro que se asemeja a la respuesta que damos cuando alguien intenta privarnos de la libertad: Somos adictos de muchos deseos viscerales y emocionales.

Años antes, cuando me involucré con la profe Elizabeth, yo sabía -e intuía- una fecha “indeterminada” de expiración para esa relación. Yo advertí en nosotros varias diferencias reconocibles tempranamente y -al notarlas- se las avisé, las puntualicé y, al comentárselas, Elizabeth trató de animarme para que siguiésemos esa relación así (como si las cosas solas se ajustasen). Muy pocas personas se auto-prescriben finales predecibles, conscientes de que el término llegará cercano: Su estatus social, su religión, los hábitos de su vida eran bien distintos a los míos. Su búsqueda social y entretenimientos distaban kilómetros de los que me son de uso pero, como me dio la opción a “ese probar” en lo que emocionalmente yo no invertiría mucho, sólo tuvimos encuentros sexuales un par de veces y, sentimentalmente, no me involucré tanto como lo hice con Carol I., la de esa relación a quien hoy le resulto indefectiblemente un ser repugnante. ¿Para qué sirvió lo que se vivió? No lo sé pero, en cuanto a mí, la edad y estas vivencias no me dejarán caer en una relación que no era, ciertamente, un asunto de comprometer mi corazón (ni de nadie).

Uno no debe embarcarse en la aventura de amares cuando los elementos de factibilidad sentimental ya te indiquen riesgo de pérdidas o caídas de sus valores. Cualquiera que sea la suerte que se busque en las inversiones afectivas no son un azar, y se invierte para ganar, no para perder.

Nadie que resuelva intentar remendar un corazón destrozado (en una relación previa) debería exponerse al riesgo de hacerse sufrir con el suyo. Nadie que portase ese maletín de Primeros Auxilios sentimental, debería olvidar un botiquín adicional para la auto-cura pero, en mi ingenuidad, no supe entender que aquella mujer no lloraba el afecto del esposo que perdía con otra, sino el cariño de un amante que corría con su esposa y la reconciliación la deshacía interiormente, dejándola sin nada y, en un sentido, ella perdía a dos grandes amores (y ciega o estúpidamente mordisqueé de las sobras que eran para otros).

Hoy, a menos de un lustro de esa tremenda lección, he visto sus fotos, su vientre deseable, plano y blanco... Y sigue “perfecta” (y herida). Ayer, haciendo mis compras, imaginé volver a verla y, en auto-reproche, reconozco debo hacer un real esfuerzo para desprenderme del deseo retenido, más que del afecto sostenido pues, ella no tiene nada que ver con mi cambio interior y, el desear toparme con su mirada y palabras (en ese desdén) comprendí lo que sería contraproducente a mi caso, como terapia excedida de shock... ¿Qué hay en ella que yo necesite? Yo no quería sólo su vagina, sino lo que imaginé era toda ella. ¿Qué ha cambiado -en mí- como si yo tuviese algo nuevo que agregar al valor de su inexistente necesidad? ¡Nada! Creo ser la misma persona, con menos valor material en el intercambio de mercaderías.

La lección que puedo intuir en mi futuro (y ha sucedido así, al efecto) es que no volveré a hacer de médico Samaritano. Si alguien se conduele de sí, por cualquier pasión no correspondida, no pararé en mi camino y -cuando mucho- sólo lanzaré una mirada a ese trecho por el que de inmediato huiré, por mi bien. ¿De qué sirvió la empatía de todo un año? Sin embargo, sé que siempre corresponderé con quien -de veras- padezca una necesidad elemental de asistencia (pero no me involucraré emocionalmente, tal como hace poco hice, al saber que otra dama fue abandonada por un marido joven que dejó a otra vieja). ¡No! “Un clavo saca a otro clavo” pero no haré de clavo ni de martillo. Si “algo” queda para mí, si he de vivir de carroña o de sobras, que no tenga yo el rol de curandero.

Alguien ha dicho, con propiedad: “No ama el que quiere, sino quien puede” y, en ese sentido, las relaciones de parejas tienen un importante factor de inversión que la conveniencia (o el oportunismo) obvia en la miopía de su filantropía: El estatus económico y los recursos del atributo sexual. Esta mañana, mientras escribía estas ideas, pude ver un documental sobre los cocodrilos y, en la sección que tiene que ver con la época del apareamiento y su manejo sexual en grupos, la psique de ese animal hace el mismo tipo de piruetas o subterfugios que los humanos hacemos para “convencer” a la hembra que queremos copular (ella es quien hace la elección de quien la monta) ¡Somos un mar de propuestas! (y ellas dan la respuesta del “sí” o del “no” con sus propias condiciones) ¡Nunca fueron las nuestras!

El cocodrilo o caimán no tiene oportunidad de exhibir su musculatura como otros animales, pero demuestra su fuerza amatoria en ciertas luchas (como lo harían los móviles osos). El caimán no tiene que exhibir el grueso de su billetera ni su cartera de clientes (como lo haría un vendedor que desea atraer una compañera de negocios) pero hace cosas que “la hembra” entiende como bulto y como grueso (cada ser sabe lo que busca y espera).

En la marcha prenupcial hembra y macho se exploran -se tocan- y todo es a tientas; con el mismo margen de error humano nos “muestra” lo que haya bajo las ropas, o las aparentes buenas intenciones. ¿No son ellas las verdaderas depredadoras? Ha! Ha! (Y nos hacen creer que somos nosotros los que “las depredamos”). ¡Vaya fantasía la de cada romance!

Lo bueno del documental, tal cual sucede en la naturaleza, es que las nuevas familias inician sin hijos: Cada padre llega solo al nuevo lecho (porque muchos “hijos” alcanzan la autonomía alimentaria en menos de un año). ¡Muy distinto al proceso de los humanos!

La “mamá” cocodrilo no se va con otro caimán de río con los hijos de uniones previas (fantástico asunto económico que facilita la cópula) ¿No se ahorraría el hombre gran dificultad con eso de la manutención de las celosas parentelas? ¡A nadie le gustan los problemas!

Si el caimán ha tenido hijos con otras hembras, en otra época, ni unos contra otros procrearán en detrimentos de los nuevos hijos, ¡Ufff! ¡Vaya alivio “familiar”! ¿Tendrán hijos celosos de otra madre? :P

La intimidad sexual del caimán no tiene que lidiar con la existencia de crías previas y es posible que uno y otros se dediquen al crío de la misma estirpe (son sociales y semigrupales). ¿Es malo contar con una buena suegra?

Los humanos, como seres distintos, solemos atender a nuestros hijos por más de veinte años y, al finalizar una relación de parejas, debemos atravesar por fuertes cambios que dislocan los nexos emocionales que alguna vez “programamos” para que fueran más que duraderos y, en muchos casos -como me pasó a mí- llegué a casarme, estando enamorado de otra mujer, y no de mi ex esposa. ¿No era justo que yo me involucrara emocionalmente a una mujer confusamente enamorada de un ex amante que la evitaba, mientras que ella luchaba por separarse de su marido legal de 20 años quien, a su vez, la cambió por otra que era más joven? ¡Justo eso fue! Ni ella misma sabía por qué causa lloraba el día que me homenajeó con esos besos agridulces... ;)

Nunca sabré cuán aborrecible he sido, tras el embeleso y, si a ese haber inventariado he de remitirme, luché interiormente con ese rechazo, con las ganas frustradas de hacerla mía (siendo ella de otros) y, en medio de mis complejos de inferioridad o insuficiencia -de cualquier naturaleza- no atiné a contemplar nuestras reales diferencias (que eran muchas) pues testarudamente las desestimé porque quise fundirme en ella, de toda ella… ¡Qué pendejear de cosas! Era sexo sublimado (y nunca estuve en sus sábanas, ni en sus planes).

Goodbye, flaquita!

Sigues siendo hermosa (y todo se acaba). :)


domingo, noviembre 15, 2015

B/w

This is for those who love to see life in black and white (B/w)   ;)

“ ... Chroniclers of the period report that the plague had spread from Italy to Spain and northward to France. By 1350, the plague was in Scandinavia. In more densely populated areas or cities such as Paris, Oxford and London almost 66% of the population was killed. Other, more isolated regions such as Bohemia were virtually unscathed since traders rarely ventured into them.
Medieval Europe responded with many reactions. A few people decided that since life was short, indulging in pleasures while you could was the order of the day. Others saw the plague as the Christian God's punishment for sin. The power of the Catholic Church increased in the face of imminent death. Some Christians believed that self-desecration would make up for past sins. One movement, the Flagellants believed that whipping themselves and others would atone for sins. Besides self-abuse, they scapegoat others, specifically the Jews. This led to mass persecutions. Of course, none of these actions altered the course of the epidemics of the plague.
The result of the introduction of the bubonic plague into Europe was devastating. There were too few people to work the land, estates lost financial power that, in turn, provided an opportunity for kings to centralize power. Teachers and tutors in universities died and, with them, learning. Hence the term Dark Ages...”

Source:

https://c.aarc.org/resources/biological/history.asp