Si bien el amor o
la amistad no se mendigan (si éstos se dan o acontecen) son algo espontáneo, y
no necesariamente vienen forzados, ni son vínculos coactivos. Tengo años
rumiando unas palabras que –supuestamente- dijo Jesucristo a la mujer
Samaritana (Juan 4:23).
Para tener o
desarrollar un afecto, tengo que
tener un vínculo con la cosa o persona que atraiga mi atención y parte de mi
vida. La amistad nace de un encuentro fortuito y casual de afinidades o gustos compartidos (así como se ha hallado en un
espacio y tiempo definibles). Yo no puedo amar o sentirme atraído por alguien a
quien noto totalmente opuesta a mis gustos y, por lo general, huyo de los
antagonismos. ¿Cómo puedo hablar de amor si, las diferencias que nos
adversan, nos alejan más de lo que pudimos acercarnos?
Puede que,
físicamente, uno se sienta atraído a alguien sobremanera y, sin duda, uno hará
algo –cualquier cosa- para hacerse notar o advertir, hasta que se inicie una
conversación posterior a dicho encuentro. En mi caso, siempre procuro ver dónde
están las diferencias: Las afinidades y los antagonismos. Puede que alguien me
guste físicamente mucho pero, si lo que a ella le gusta no me gusta a mí, me
volveré por el camino que vine. ¿Cómo eres tú, en ese sentido?
El Señor Jesús,
supuestamente dijo esto: “Mas la hora
viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; porque también el
Padre tales adoradores busca que le adoren.” (Juan 4:23)
De más está
aclarar que desconozco la exactitud de cualquier cosa que Jesús haya dicho. Por
cuestiones de lógica, fe y confianza, he creído en la literalidad de muchas
cosas escritas en la Biblia pero, por la experiencia
personal de más de 50 años de existencia, tengo la convicción vivencial de que hay ciertas cosas que ciertamente no
aplican, al menos en lo que sucede en la práctica cotidiana de mi vida.
·
¿Tiene Dios necesidades? (Afectivas y humanas)
·
¿Busca Dios adoradores?
Si el Señor Jesús dijo tales cosas, las preguntas inmediatas que han
saltado a mi mente son esas. Obvio que yo no conozco personalmente a Dios. Las
referencias que “conozco” provienen de ese proceso religioso de
transculturización que he “oído” más de lo que he vivido al dedillo y, en muy contadas
ocasiones, he oído alguna voz, o he tenido la impresión de que Él quiere tal
cosa (del mismo modo como he tenido ciertos sueños, que no son parte de mi
normalidad). ¡Sí! Yo he querido oír la
voz personal y directa de Dios y, en una triste situación donde pensaba
volarme la cabeza con un tiro de escopeta, yo hubiera deseado oírle pero –en
ese momento- no le oí (ni le vi) y, como dije al principio, “el
amor o la amistad no se mendigan” y, para ese momento, no logré
coaccionar la atención de Dios para que me respondiera; no logré manipular Su
voluntad ni Su amistad, así que –de esa forma vivencial- puedo afirmar (con
conocimiento experimental) que Dios no anda a la búsqueda de nada que el hombre
tenga y a Él le haga falta.
Si el Creador puso en el humano una ínfima parte de sí, podría verlo como
al hombre y como éste ve a sus hij@s y, si no estoy tan equivocado, creo que
hay algo más que una imprecisa atracción o curiosidad
afectiva de los padres por los hijos, aunque no siempre (los hij@s) sientan
atracción por sus padres (o viceversa).
No he tenido muchas mascotas pero, cuando mi primer perro se hizo una
herida en la pata, una parte de mí también se cortó y, cuando usted tuvo sus
hijos, usted se condolió por más de alguna situación de sus hijos, o de sus
hijas. Si yo, quien no soy nadie en particular, me conduelo o emociono por
ciertas cosas, creo que El Hacedor de la vida –también- pueda enternecerse o
compadecerse por más de tantas cosas y, si Él buscase “la adoración”, el afecto
o la simpatía del ser humano, algo más que enviar a Su Hijo Unigénito sería
propio pues, ¿qué clase de relación se establece con una persona a quien se le
ha enviado un libro que yace en la historia? ¿No ha de actualizarse usted
frecuentemente con los suyos, amigos o parientes, para que tal o cual relación
fluya?
Si sólo amase a mis hijos en la remota distancia, si yo nunca los visitase
o viese en persona, jamás tendría la oportunidad de vivir y disfrutar ese
afecto (o el de ellos). Si sólo una vez les escribiese, si únicamente les
dejase cartas y jamás los volviera a tocar o ver, no creo que YO pudiese gozar
el haberlos visto crecer más allá de lo que fue ese presente y, si en el
presente ellas ni ellos me amasen o correspondieses, de nada me sirve que me
quieran en la distancia (cuando me haya ido) justo cuando lean esas cartas (con
mi letra) esas que alguna vez escribí o dicté ¿Tendrán un vivo recuerdo cuando
me vean en fotos o videos? Amar, desde el ayer, es sólo una vaga recordación de
lo que pudo ser o hacerse hoy.
Si Dios estuviera muerto y Su ausencia fuera religiosamente omnipresente,
no tendría yo más necesidad de Él -por convicción- más que por conveniencia;
pero la vida me dice que yo lo necesito, más que Él a mí… Adorar, en abstracto
me cuesta y, además, no lo entiende mi mente. Aquellos que vieron a Jesús,
quienes sintieron Su presencia, lo adoraron; y mucho más, cuando vieron que Él
les respondió con un milagro. ¿Cómo puedo adorar a Dios, si me es intangible y
no le escucho?
Las afinidades, los anhelos y afectos cuentan a la hora de establecer o
solidificar vínculos. A Jesús puedo quererlo por lo que he leído o creído de Él
pero, aún creyendo esto o aquello, no siento inclinación personal alguna por
adorarlo (y mucho menos sin verlo o poder oírlo). Muchas personas lo ven o
creen en el Dios encarnado pero, en mi sistema de creencias, yo veo a Jesús
como el hijo de Dios -no como a Dios Padre- aunque sé (creo) que Él es de
naturaleza divina (aunque Él ya haya sido humano).
¿Busca el humano adoración, o la aprobación de otr@s?
El amor, la amistad… y esos afectos, no se compran ni se mendigan. Si Dios
es Dios, no creo haya en Él vacíos personales, ansiedades ni necesidades. No
tengo problemas en verme como a una mascota que Dios haya adoptado o botado
pero, aún así, reconozco que me gustaría poder oírlo y, mucho más, verlo y
entenderlo pero –me parece- mis afinidades o gustos no son los Suyos (y cada
quien anda por su lado).
Si de veras Cristo Jesús dijo: “el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23) estoy en un problema que
causa dependencias y –Dios- en esa “necesidad” insatisfecha, también entraría
en un predicamento humano. ¿Desea adoración?
En tanto una necesidad exista, mientras no se satisfaga lo que falta, se
adolece de lo deseado o necesario. Si Dios busca adoración, de Su parte, algo
ha de hacer para que tal “necesidad” sea cumplida (para que Él se satisfaga).
Es indeseable, como padre, saber, entender o padecer, que nuestros hijos nos
rechacen e, incluso, que nos odien por alguna razón desconocida; pero esto no
tiene nada que ver con la adoración, sino con cariños y afectos (aunque sí puede
vincularse con sentimientos de desaprobación y un total rechazo). ¿Por qué
rechazaría yo a Dios, como humano? Si fuera un ángel, que quiere ser dios,
quizá lo pensaría.
En el Antiguo Testamento se habla de una insubordinación del hombre contra
Dios (Génesis) y, leyendo en otras partes, uno puede inferir que hubo otras
rebeliones en alguna parte de los cielos. Job nos narra –brevemente- de una
charla de Dios con Satanás y, de ser así, el diablo podía comunicarse con Dios
Padre (Job 1:7) tanto como lo hizo en
una charla con Jesucristo, cuando Satanás puso a prueba la lealtad del Mesías,
en medio del desierto (Mateo 4:1-11).
Adán podía comunicarse físicamente con Dios; sus hijos –también- lo
hicieron en actos de adoración y humildad… ¿Qué tan pesadoramente detestable
soy, que no me sé comunicar con Él? (o con nadie)
“Noé halló gracia ante los ojos de
Jehová…” y, de algún modo caminaron juntos (Gen 6:8-9) ¿Qué y cómo caminar
con Él? (Suspiro) ¿Cómo ganarme Su afecto, si estoy siendo sincero, y todavía
no le agrade? (Obvio que, al repetirlo, yo le estoy mendigando; y no me pesa
escribir estas líneas, que no sé si le llegan).
El Antiguo Testamento cuenta del momento en que un hombre quiso ver el
rostro de Dios. Desconozco sus motivos, ignoro porqué Dios no desearía dejarse ver
si es que busca la adoración de adoradores ”en
Espíritu y verdad” pero, la Biblia habla de aquel quien quiso verlo y
–supuestamente- no le vio:
·
“No podrás ver mi rostro; porque no me verá
hombre, y vivirá.” (Éxodo 33:20)
·
“Después apartaré mi mano, y verás mis
espaldas; mas no se verá mi rostro.” (Éxodo 33:23)
¿Quién era aquel que dijo: “Te ruego
que me muestres tu gloria.” (Exo. 33:18)
Encuentro contradictoria
esta ambigüedad en la divinidad: ¿Cómo es que Dios busca adoradores “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23) y
luego se niega a dejase ver a la cara? ¡Hmm! No quiero caer en sofismas y no
tengo maneras de oír directamente al Señor Jesucristo pero ¿Es algo habitual la
bipolaridad en Dios?
Moisés halló gracia ante Dios (¡Bien bueno!) pero
la mayoría de los humanos estamos en la desgracia de no hallar Sus buenos ojos.
¿Tan malo soy del todo, si todos sabemos que hay gente peor que usted o que yo?
El hecho de que Moisés
haya matado a un hombre, no lo hace peor que la mayoría de nosotros (Éxodo
2:12). Sin embargo, ocultar al muerto, sí que es otra cosa ¿No les parece? Uno
puede molestarse con alguien pero, eso de matarlo y, ocultarlo, son otra cosa…
¡Yo sí he pensado en matar a más de uno! El problema siempre fue ocultarlo; porque me han detenido esas
consecuencias. ¿No es eso lo que detiene a millares? ¡Gracias a Dios que nos hemos detenido?
Casi puedo recordar las
veces en que quise (o pude) matar a alguien. Si por consecuencias todos
resarciéramos, no sé qué hubiera sido de mí, si aquella vez que estuve a punto
de volarme la cabeza con un tiro de escopeta: Con pesar puedo recordar las tres
veces que halé el gatillo, y lo luego lo desmonté… ¿Iba Dios a oírme así? ¿Cambiaría
Su rostro o afectos? ¿Iba a cambiar Él (o yo) el rumbo de las cosas que me
dolían?
No tengo idea de cómo
caminar a Su paso, y ya no me preocupa. Si no supe hallar las cosas buenas que
quise en otros tiempos, hoy puedo dejarlas pasar como mi vida va pasando. ¿Deja
ver Dios Su espalda y esconde el rostro de quien lo busque?
Pienso que la razón para no dejarse ver -tal como somos- se debe a temores,
inseguridades, y a esa clase de repercusiones y aprensiones de la juventud
pueril. Ciertas chicas, cuando tienen una espinilla en la cara ¡ni al espejo se
quieren ver! Las damas, cuando se aplican un tratamiento de belleza en el
rostro, por lo regular se esconden y, cuando se trata de decir la edad
verdadera, muchas de ellas esconden los documentos del nacimiento. ¿Le preocupa
a Dios la muerte de un hombre, o que se desvalorice la vida?
Ciertamente, Moisés Le vio a la cara varias veces (y no murió allí). Lo que
antes ocupaba a Dios, puede ser lo mismo que hoy le guste y personalmente le
ocupe; pero no creo que Dios
sea incoherente como nosotros.
“No podrás ver mi rostro; porque no
me verá hombre, y vivirá.” (Exo
33:20).
Tengo la impresión de que -cuando vea
yo a Dios- no será para morir, sino para vivir. Moisés lo vio a la cara (Exo 33:11) y, a cada encuentro,
Moisés no fue el mismo (Exo 34:35). Jacob –también- lo vio alguna vez, y no
murió. (Gen 32:30) Abraham, en más de una ocasión, conversó con el Creador (Gen 17:17) ¿Cómo
no lo iban a ver?
Ese juego de hide & seek es
propio de esta clase de coqueteo “espiritual”. ¿Quién quiere seguir siendo el
mismo?
Moisés lo vio cara a cara y la Biblia dice así: “Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel
de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre
su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios. ”(Exo_34:35) ¡Qué bendición! No brillar con la luz de
Dios, sino ser acepto a quien de espaldas se había mostrado. ¿Qué puede compararse
al logro de alcanzar lo que se buscaba, una vez que aquello anhelado se ha obtenido?
No voy a comparar eso a nada que
tenga que ver con las relaciones entre parejas y, si he de hacerlo, sólo lo
haría con aquello de tener tu primer hijo o hija. ¿Qué importa si alguien te
quiera o te mire? Lo que quieras -o logres- trae un gozo que no te pueden
despojar (a menos que tú lo permitas).
El amor o la amistad son cosas que no
se mendigan y, con el tiempo, se ha notado que ciertas cosas merman, que
las amistades se distancian y, antes que pase eso, ni siquiera les atendemos,
antes de que partan. ¿Cuántas amistades se abandonaron en el ayer? Usted o yo
les fallamos, o les olvidamos: L@s amig@s de la escuela primaria, vagamente se
recuerdan. Los compañeros (as) del liceo, escasamente recordarán tu nombre y, si
no hiciste un esfuerzo por conservarles, sabrá Dios quien te lamente (o cargue)
cuando te vayas.
¿Está Dios ávido de ti o de mí? ¿Tengo algo que a Él le falte o se busque?
Sea lo que sea, no imagino a Dios dependiente de nuestro acomodaticio afecto.
Sin embargo, mientras algún día me encuentro con Su rostro, bien puedo intentar
querer a quien no me quiera... ¿Qué tengo en común –contigo- para que no seamos
incompatibles o intangibles?
Dios escuchó el clamor de los Suyos y, en Su momento, decidió acercarse a quienes
lo hizo:
“Exo 3:6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu
padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió
su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.”
Moisés, un pecador singular, se cubrió la cara cuando Dios se le apareció.
Dios no vino de paseo sino que, en esa oportunidad, dio una misión a un hombre
que tenía su propio camino y misión… ¿Si lo veo yo, seguiré siendo el mismo?
Cuando la dicha visita tu vida, todo en tu existencia parece brillar. ¿Seré
el mismo pobre ser si me gano el premio mayor de la lotería? ¡Lo dudo!
Compraría zapatos –una cantidad de cosas- y, desde luego, debo incluir a los
míos. Sería egoísta de mi parte ignorar a los que hoy quiero. ¿Quién no se
movería al ver a Dios o por tener la dicha de la deseada holgura económica?
Dios y Jesús tenían una relación afectiva que no dudo. Cuando el Maestro
hablaba de Su Padre no mentía (a diferencia de cómo yo, o cualquiera, pudiera
mentir acerca del estado de sus relaciones personales). En todo el evangelio
puede leerse de la forma en que Jesús y Sus discípulos se desenvolvían y, en
cuanto al amor o respeto, hallo gran coherencia cuando Pedro supone que ve al
Maestro y –con admirable respeto- cubre su cuerpo cuando Lo nota en la playa (Juan
21:7). ¿Qué he de ceñirme, Señor, para que tu rostro pueda ver?
En otra oportunidad –Pedro también- fue movido en su corazón cuando Jesús
preguntó: “¿Me amas más que éstos?” (Juan
21:15-17) Sólo Dios o Su hijo
sabrán lo que hay en el corazón de cada hombre y mujer, pues, a mi edad, sigo
creyendo esto: “Fenezca ahora la maldad
de los inicuos, mas establece tú al justo; Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.” (Salmos 7:9)
Hubiera querido terminar hace rato pero, unas palabras que oí de un pastor
(y amigo) me siguen molestando. ¿Estás lidiando tú con tu soledad?
Yo no traigo ninguna clase de respuestas a tu caso particular pero “los
religiosos” (incluso los hipócritas) llamarán pecado a cualquier forma de “solución” con la que tú trates de
“resolver” tu situación sexual, llámese masturbación, o el ir por una
prostituta cara o barata.
Ignoro qué te tiene solo, divorciado o soltero pero, a cierta edad, ya uno sabe qué le gusta o qué
necesita y, si un pastor casado te dice pecador
–cuando todavía te gustan las mujeres- deberías recordarle su pasado, sus días
de borrachera y auto indulgencias, su prostitución o la de sus parientes (todo
lo que él o ella hicieron) antes de poder casarse. ¿Quién en su sano juicio desea
alejarse de quien le quiere? ¿Quién no desea ser correspondido con un afecto tangible
y tiernamente visceral?
La sed de Jesús, al conversar con aquella Samaritana frente a un pozo de
agua, no lo llevó a condenar ni a condonar lo que ella hubiera hecho. Su sed
por la verdad, lo llevó a una conversación positiva (Juan 4:11) ¡sin
manipulaciones de juicios! Cuando ella admitió no tener esposo –muy probablemente-
Jesús dijo “hombres”, en lugar de “esposos”, como la religiosidad hipócrita
transcribe e varias versiones. Si ella hubiera tenido varios “esposos” sería
divorciada o, de acuerdo a la ley de Jesús “adúltera” (Mat. 19:9; Luc.
16:18) y, lo notable de este
encuentro casual es que –para nada- Jesús emite juicios manipulativos o condenatorios
contra ella. ¿Condenó Jesús a la mujer atrapada en adulterio? (Juan 8:11)
Cada quien, de la forma que piensa, procura sacarse la viga del ojo y, hasta en el Antiguo Testamento, cada
persona procura darle solución a su existencia:
Un viudo, necesitando mujer, creyó alquilar los servicios sexuales de una
“prostituta”… (Gen_38:15). Su nombre era Judá, hijo de Jacob, la simiente de
Israel.
Sansón quiso casarse, físicamente buscaba el “amor” que no halló entre los
suyos (Jueces 14:3) y, luego de convivir con Dalila… ¿Qué le quedó de vaciar lo
que con celo había guardado? (Jueces 16:17).
Los artistas del templo, los “sacrosantos” del altar de sus iglesias, lamentablemente
pecan con religiosidad y, yo diría que, sorprendentemente…
¿Qué hizo David, el popular
rey salmista? Se acostó con la mujer de Urías (2 Sam. 12:9) Lo amargamente insultante,
es que David tenía esposas y concubinas (2 Sam. 5:13; 19:5). ¿Qué le faltaba a ese rey?
El amor, como dice una canción de Billo´s, “ni se compra ni se vende”. Puede que usted o yo no tengamos lo deseado (o rebuscado) por quien
física o emocionalmente nos guste (o atraiga) pero, de algo siempre estaré
seguro: El amor o la amistad no se
mendigan.
A.T. 10 de Feb. 2016
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