Hace mucho
he oído esto. Puede que mis conceptos no sean mejores que los suyos
y, también en esto, cada persona tiene derecho (y moral) para
defender su posición y opinión PERSONAL.
No cabe duda
que hay una moral social, una moral colectiva pero -sin
el individuo- sin la pluralidad distintiva de quienes somos, la moral
“social” no tiene valor ni sentido alguno, puesto que ésta (la
social) es un gran convenio cultural, tácito o no, de la opinión
generalizada, la posición étnica o social y el uso de LAS COSTUMBRE
de cada individuo en particular, ligada a su actividad social, a su
IDENTIDAD protagónica (no antagónica), en cualquier medio que cada
individuo se desenvuelva.
En un
sentido, la moral es un hábito hecho “plural” por la aceptación
de un colectivo. Los hábitos o conductas son individuales pero, la
vía de la transculturización, podemos reconocer valores nuevos,
ajenos a nuestra generación, a la herencia de nuestra cultura o
extrañas a los valores de nuestras familias (las que nos formaron y
educaron).
Una sociedad
que fomente el tráfico de drogas, el irrespeto, el robo, la mentira,
etc., no permanecerá como tal y, de hecho, tal permisividad AMORAL
deteriorará la vida de cada ciudadano, al punto de que cada
individuo llegará a auto extinguirse ¿Ejemplo? La presente
cultura política de Venezuela.
Joselo
Díaz, en uno de sus programas “cómicos” tenía un personaje
que decía: “¡Dios mío! Yo no te pido que me des real, sino
que me pongas donde hay...”. ¿Lo recuerdan? Es
obvio que, quien quiera diga eso hoy -moralmente- tiene muy poco que
exigir o ejemplificar con la doble moral que públicamente exhibe.
¿Qué es la MORAL?
Brevemente,
me tomo prestada esta corta definición de wikipedia:
“La
moral o moralidad (del
latín mos, moris, ‘costumbre’)
son las reglas
o normas por las que se rige
el comportamiento
o la
conducta
de un ser humano en
relación a la sociedad (normas
sociales), a
sí mismo,
y a todo lo que lo rodea. Otra perspectiva la define como el
conocimiento de lo que el ser humano debe
hacer o evitar para
conservar estabilidad social.” (
http://es.wikipedia.org/wiki/Moral
)
Podemos
hablar mucho de moral y practicarla poco (hipocresía).
Podemos
buscar -y abarcar- toda la gama del espectro social, el entorno
espiritual o su ámbito teológico, sin formar un habito
verdaderamente nuestro, aquel que nos defina INDIVIDUALMENTE en la
sociedad que decimos pertenecer, esta que nos da abrigo, y en la que
se fomentamos relaciones de pertenencia, conveniencia y convivencia.
La moral nos
define, nos determina individualmente, nos identifica como unos y
otros, por nuestros valores y hábitos. Nos caracteriza, nos aprueba
o desaprueba en el contexto psico-social, porque la ambigüedad (la
doble moral) es propia de quienes mienten y, precisamente, los
mentirosos van desde sus casas a la iglesia, de las escuelas a la
calle y, en ese encuentro “social”, el cielo es el límite.
¿Cuáles son mis costumbres morales?
Como
individuo, se espera que yo respete e imite la conducta deseada de
ciertos patrones o normas de aceptación social. Se desea que aprecie
y respete esos convencionalismos. Puede que, en la escuela o en el
trabajo yo sea aprobado académicamente pero, así como en
otros lugares y en otros aspectos, yo puedo ser un ser reprobado
moralmente, porque este convencionalismo de la moral forma
hábitos que se asocian el carácter de cada individuo de una
sociedad determinada que valora o estimula ideales considerados
“espirituales”.
No
matar, no robar, no mentir, no codiciar... en el fondo
-más que mandamientos- son valores morales “espiritualizados”
y, la paz universal de cada hombre se basa en el respeto de los
deberes y derechos de cada individuo, hombre o mujer.
Hace ya
años que una querida amiga escribió su artículo “La
prostitución como alternativa”. Creo que no cesaré de
proclamar sus ideas ni ese escrito pues, desde la ventana de su campo
y vivencia psicológica, ella dejó ver la ambigüedad de ciertos
conceptos morales que torcemos a conveniencia (Favor seguir el
link de su escrito).
Moralmente
-quiéralo no no- tengo una obligación individual de honrar la moral
colectiva así como merezco el respeto de mi moral individual.
No puedo ser indiferente (ni negligente) al irrespetar lo que debo a
otros y, en esa misma proporción, merezco respeto a lo que yo
valoro, como individuo, como persona y, hablo de moral
personal, esta que me determina o caracteriza como individuo.
Las leyes
“orgánicas” se suponen normalizan la coexistencia de cada
individuo de cada país. La moral, en su mínima expresión, refleja
parte de ese sistema moral macro-social, macro-ecómico que, cada
individuo desea y debe respetar: No matar, no robar, no mentir, no
codiciar, etc.
Un fumador
no debe fumar en presencia de una persona que odie al olor del
cigarrillo, no debe fumar frente a un niño y, mucho menos, al lado
de otra persona que esté afectada por una enfermedad pulmonar: Eso
sería un deber ser moral.
Un ladrón,
por su parte, considera “crimen profesional” cualquier acto que
le prive de lo que “compró” o robó a otro.
Un proxeneta
no tiene moral para criticar lo que hace su hijo o su hija por dinero
(o por placer). No puedo hablar mal de la pornografía si la produzco
o la consumo... Un traficante de sexo no tiene más moral que quien
la compra y, en medio del texto (en
negrilla) dejo un hipervínculo que -también- toca este tema
que seduce a tantos y ¿En
qué una prostituta es menos que un chulo?
Una
prostituta, en su código individual, penaliza y critica a cualquier
mujer (u hombre) que la prive de la compañía de cualquier persona
que la llene del placer que no haya en otro hombre (o mujer). Aunque
moralmente no es ético que ella resienta alguna forma de infidelidad
(emocional o sexual) su razón le dice: “No me han hecho un
bien” y es allí donde la moral toca su ideal mayor (el bien
colectivo, respetando -particularmente- el bien individual).
La
infidelidad, como costumbre (moris) tiene un reconocimiento público,
moral, “espiritual” y legal pero, en la práctica, usamos un
discurso doble: “Yo deseo que me seas fiel” (pero yo sí
tengo derecho a dormir con quien quiera, tú no). ¿Es eso moral
o hipocresía?
Me parece,
no sé a Uds, que uno no tiene autoridad moral para intentan cambiar
a otros cuando uno mismo no ha podido cambiarse ni auto
mejorarse. Esto me recuerda la exacta moral que propuso el señor
jesucristo cuando expuso aquello de “Médico
cúrate a ti mismo” o cuando dijo: “Saca
la viga de tu ojo, para que puedas ayudar a otros a curarse”
( Mateo 7:3; Lucas 6:42 )
Si yo mismo
no he dejado de mentir ¿Qué moral tengo para enseñar el arte de la
verdad?
Si yo mismo
no soy infiel ¿Cómo enseñar la lealtad?
Si no sé
responder a un compromiso ¿Cómo daré una cátedra si no soy
responsable?
Estoy
convencido, no sólo por la experiencia de vida en Venezuela que, las
personas que más te exigen cosas son las mismas que menos están
dispuestas a darlas de sí.
Puede que
pidan materialmente, pero resultan -tacañas y tacaños- a la hora
que deben dar lo que otros piden (o sólo anhelan se les respete).
El
mejor ejemplo de autoridad moral lo encuentro en Jesucristo. Su
máxima, en esto de relaciones humanas y todo aquello que tenga que
ver con uno mismo, lo resume en esta fórmula: “Y
así como quieran que los hombres les hagan a ustedes, hagan con
ellos de la misma manera. ”
(Lucas
6:31)
¿Quieres
te respeten? Muestra respeto or otros.
¿Deseas
te aprecien o escuche? Paga con la misma moneda... Sólo se cosecha
lo que se siembre, menos de allí, no tenemos moral para pedir.
Alguien
que defienda su identidad
personal,
su autoestima, debe saber respetar -también- la auto imagen que cada
persona cuida (o descuida). No es moral que yo haga lo contrario a lo
que deseo para mí.
A.T.
Abril 2014